Estudiando La Biblia / Nº 8
Catálogo de pecados
Continuando con el asunto este de pecados y pecadores, me gustaría retomar el tema relacionado con lo que denominé “catálogo de pecados”.
Tal cual lo he mencionado, no existe en La Biblia tal catálogo o guía para decirnos con precisión lo que está bien y lo que está mal. Por el contrario, en La Biblia, si bien se enumeran muchos pecados en forma explícita, podrían faltar sin duda otros.
Un ejemplo claro lo tenemos en los 10 mandamientos. Los dos primeros podríamos clasificarlos sin lugar a dudas como “principios”, en ellos encontramos la base de la estructura que establece y pauta la relación entre Dios y el hombre. Por el contrario, en los 8 restantes, solo se mencionan y enumeran algunos pecados con nombre y apellido. Pero convengamos que en este listado no se encuentran todos los pecados que el hombre podría cometer. No creo que sea necesario que mencione alguno.
Por lo tanto, si solo tomáramos como referencia los 10 mandamientos, claramente los cristianos nos encontraríamos en un serio problema, dado que solo los dos primeros nos hablan de principios y el resto son reglamentaciones, loables, por cierto, pero incompletas. Podríamos deducir entonces, que lo que no figura en este listado no es pecado?
Te propongo que busques en tu propia Biblia, sea esta católica o protestante (encontrarás en posteos anteriores las diferencias entre ellas) para corroborar mis afirmaciones. Te ayudo, Éxodo Cap.20, Antiguo Testamento.
Relacionado con este tema, me refiero a no tener claro que es lo que desagrada a Dios (pecado), quiero contarles que cuando entré por primera vez a una iglesia cristiana, y ante mis muchas y lógicas inquietudes relacionadas con la voluntad de Dios, me dijeron... o, mejor dicho, “me vendieron” y “yo compré”, como te pudo haber pasado también a vos, que “en la Biblia está todo” y que en ella encontraría cualquier respuesta a cualquiera de mis inquietudes, de cualquier índole. Sean espirituales o éticas.
Mi interpretación en aquellos tiempos era la siguiente: “Alberto, en la Biblia encontrarás descripta cual es la voluntad de Dios para todas las circunstancias de la vida; un listado claro, conciso, y sin lugar a dudas, de lo que está bien y lo que está mal para Dios. O sea que encontrarás, entre otras cosas, un catálogo completo de pecados.” Lógicamente, como creyente nuevo que era, acepté todo. Cometí el error de no “escudriñar” las Escrituras, y tardé 25 años en darme cuenta de que no era así. Mientras tanto, me hicieron cargar sobre mis espaldas más de un “pecado” que, luego descubrí, no eran tales, o, por lo menos, no eran míos. Eran de ellos, de acuerdo a lo que les dictaban sus propias conciencias, no la Biblia.
Pero la mayor confusión se producía por otro fenómeno paralelo y tan significativo como el primero, parecía que los pecados mutaban con el tiempo, se transformaban. El desconcierto llegó a tal punto que en un momento determinado no sabíamos qué era o no pecado, y para colmo de males en la Biblia no se mencionaban ni figuraban como tales. No estoy hablando de matar o robar por supuesto.
Resulta que lo que hasta ayer era pecado hoy ya no lo era, parecía que solo era cuestión de esperar, ya que iban a dejar de ser pecado en algún momento, y por el otro lado, nuevas situaciones aparecían a diario, que nos obligaba a los cristianos a analizarlas a la luz de la Biblia, igual que hoy. Una de las fórmulas prácticas y efectivas para resolver el problema era cambiar de iglesia, o de religión, porque lo que era pecado en algunas iglesias, no lo era en otras. Hoy sucede exactamente lo mismo. ¿Era un nuevo pecado, parecía serlo o realmente no lo era? Como se imaginarán no resultaba fácil ponerse de acuerdo.
Parecía, además, que no sólo estaba todo muy claro, sino que también era muy fácil. En cuestiones de índole moral y ética, por ejemplo, solo había que preguntarse: “¿Qué haría Cristo en mi lugar?” Entonces los jóvenes de aquel tiempo, estoy hablando de 50 años atrás por lo tanto le pido a los jóvenes de hoy que no se rían, debíamos preguntarnos: “¿Cristo tomaría una copa de cerveza fresca en verano?” Y una voz en nuestro interior debía de contestarnos: “Nooo, solo tomaría jugos y gaseosa.” “¿Cristo bailaría en el cumpleaños de quince de una amiga del colegio?” “Nooo, directamente no iría, bailar es pecado” “¿Cristo iría al cine?” “Nooo, porque todas las películas son pecaminosas.” “¿Cristo se pondría una determinada ropa?” “Nooo, nada de pantalones o polleras cortas para las damas, “Cristo volvería con su novia a su casa después de las 12 de la noche” “Nooo, la noche era del pecado y los pecadores. Casualmente mi suegro coincidía totalmente con Cristo en este punto.
La cuestión es que el objetivo se lograba, porque ¿Quién se atrevería a salir a caminar por el mundo ante tales amenazas? Los jóvenes estábamos más seguros adentro de las iglesias, sin ninguna duda. Daba la casualidad que la respuesta honesta y bien intencionada de la mayoría de mis hermanos mayores, coincidía con la de nuestra voz interior, siempre era... “Nooo”. Recalco lo de honesta, porque no dudo en absoluto de que así era. Ahora puedo ver que dichos hermanos estaban, muchas veces, “honestamente equivocados”.
Ante estas cuestiones, que es o que no es pecado, los cristianos estamos obligados a tomar una posición coherente, porque Dios nos puso un cerebro, que además de rellenar el hueco craneano lo debemos utilizar para pensar, dado que el argumento santulón de que todo es malo en sí mismo, es erróneo. Otra vez el Apóstol Pablo se encarga de aclarar nuestras ideas. “Yo sé, y confío en el Señor Jesús, que nada es inmundo en sí mismo; ...” Romanos 14: 14
Cecil Hook, en su libro “Libre en Cristo” nos ayuda a entender este versículo: “Nuestra pureza o culpabilidad no es determinada por lo que vemos, oímos, o tocamos, sino por nuestros motivos en ver, oír, probar y tocar. Jesús explico que el hombre es contaminado por sus pensamientos y no por lo que come (Mateo 15:11). La contaminación no se debe a ciertas acciones o cosas. Las acciones y las cosas generalmente hablando, son indiferentes. No tienen valor moral en sí mismas... Nuestra pureza o impureza de pensamiento determina si una cosa es moral e inmoral. El pecado no está en los objetos sino en las personas, en su corazón.
Esto es lo que Pablo expresó al escribir: “Todas las cosas son puras para los puros, más para los corrompidos e incrédulos nada es puro, sino que tanto su mente como su conciencia están corrompidas. (Tito 1:15) ...Dos predicadores pueden predicar el mismo sermón, pero uno puede hacerlo para salvar vidas y el otro para sentirse ensalzado y honrado. El problema no está en el sermón. Está en uno de los predicadores.
El mismo Cecil Hook más adelante agrega: “El hombre nunca debe ser esclavo de cosas indiferentes. “Todas las cosas me son lícitas, pero no todas son de provecho. Todas las cosas me son lícitas, pero no me dejaré dominar por ninguna. Los alimentos son para el estómago y el estómago para los alimentos, pero Dios destruirá los dos” (1 Co. 6:12-13). Pablo está diciendo: “Dios ha creado el cuerpo con sus apetitos, antojos y deseos, y al mismo tiempo Dios ha creado cosas buenas para satisfacer tales deseos; que el deseo sea satisfecho con moderación y dominio propio, no convirtiéndose en esclavos de los deseos” ...El deseo de poseer, por ejemplo, no es malo en sí mismo, hasta que se transforma en codicia.
Yo digo AMEN… no sé ustedes.
Juan Alberto Soraire
Un cristiano del montón.