Quien soy
Mi nombre es Juan Alberto Soraire, tengo 75 años, 47 años felizmente casado, alguna vez planté un arbol...me faltaba escribir un libro...y escribí dos, se me presentó el desafío de escribir un blog...y aquí estoy, todavía no se como llegué aquí.
De muy pequeño, estuve pupilo durante algunos años en dos colegios religiosos cristianos, de los cuales tengo muy buenos recuerdos y un reproche, salí de ahí sin tener la menor idea de que lo era una Biblia,. Entré por primera vez a un templo cristiano donde se predicaba el evangelio, a los 15 años, y hace aproximadamente 55 años entendí cuál era el plan de Dios para mi vida.
No recuerdo el día que me convertí, como tampoco recuerdo la fecha en que me bauticé de joven y por decisión personal. Por lo tanto tampoco recuerdo haber visto ni palomas ni ángeles volando alrededor mío. Noté con el tiempo, que algo había cambiado en mi vida.
Nací en un hogar muy humilde, no conocí a mi padre, viví en una pieza de un conventillo de Buenos Aires con mi vieja (como llamamos cariñosamente los argentinos a nuestra madre) durante 12 años. Actualmente tengo una empresa familiar donde vendemos pigmentos para toda la Argentina.
No soy un escritor asiduo pero me gusta escribir, me gusta la música, me gusta bailar, y disfruto junto a mi esposa, de la hermosa familia que Dios me regaló, cuatro hijos y siete nietos hasta hoy...
Asisto habitualmente a una iglesia cristiana evangélica desde hace muchos años, en ella conocí a mi esposa. Participo de las actividades de la misma como maestro de Biblia desde hace más de 40 años.
No soy usuario habitual de palabras grandilocuentes, cuando me dejan predicar no imposto la voz ni utilizo palabras que habitualmente no uso, por el contrario me gusta hablar tan claro como sea necesario aunque a veces pise el barro, hecho que no me causa mucha gracia pero me sirve a veces para hacerme entender. Los Argentinos saben de que hablo.
No me gusta vociferar cuando predico como si mis escuchas fueran sordos y me molesta la jerga piadosa y cargada de santidad sobreactuada. No domino de memoria la Biblia, de hecho son pocos los versículos que me acuerdo de memoria y me inquietan los sermones largos, más aún cuando no tienen sentido.
No me asusta un cigarrillo como tampoco me asusta un vaso de vino. Cuando se me cae un martillo en el pie grito “¡Ay!”, y no “¡Aleluya!”. No soporto a “los espirituales”, y probablemente debo tener algún pecado escondido que nunca encuentro.
Como si esto fuera poco, tengo un cierto grado de recelo y prejuicios de casi todo lo que sea reuniones y cruzadas masivas en amplios estadios deportivos, a los que suelen venir “grandes predicadores” o “personajes ostentosos”, reuniones en las que habitualmente se “amontona gente” para luego manipularla. En realidad, a la cancha sólo me gusta ir a ver a mi equipo de fútbol favorito, Boca Juniors. Aguante Boca.
En todo caso, cuando venga Jesucristo, que me avisen. Allí estaré. Mientras tanto prefiero quedarme en mi Iglesia. Como podrán apreciar, no soy lo que se dice un cristiano estándar.
Pero antes que corran despavoridos, les confesaré que creo en Cristo como mi Salvador personal y me hubiera gustado haber nacido en un hogar cristiano. Sin embargo, Dios lo dispuso de otra manera y ahora aquí estoy, metiéndome probablemente en un lío inconmensurable.
Como alguna vez lo escribí, tenía dos alternativas: callarme y morderme los codos, o sentarme a escribir y transmitir de una manera u otra, todo lo que siento y pienso sobre diferentes cuestiones, siempre vistas desde la perspectiva bíblica.
Probablemente el hecho de haber conocido el evangelio recién de joven, me da una perspectiva de los hechos diferentes a la de mis hermanos creyentes de cuna y será desde esta perspectiva que abordaré los diferentes temas.
De cualquier manera, sé apreciar lo que en realidad ha sido un regalo de Dios: mi madre no me llevó de la mano a los pies de Cristo, pero yo, tuve el placer de llevarla a ella.
Tengo cuatro hijos, hoy ya grandes y casados, y siete nietos hermosos, de los cuales también me siento responsable de guiarlos a través del camino que la Biblia nos propone.
La misma responsabilidad siento frente a mi esposa, el resto de mi familia, mis hermanos en la FE, mis amigos que tanto quiero, mis clientes, mis vecinos y toda la gente que pueda acercarse a mí.
Creo firmemente, que “mi experiencia personal y punto de vista sobre cualquier cuestión, ya sea ética o espiritual, nunca debe ser la regla”. Y, por supuesto, también creo que la suya tampoco lo es. Esto tiene que ver con aquel asunto de Romanos 12: 16 “... que nadie sea sabio en su propia opinión”.
De lo que no tengo dudas, es que “la Biblia es la única regla de fe y práctica”.
En mis diferentes escritos, evitaré, en la medida de lo posible, hacer mención en particular, de personas y de denominaciones cristianas en particular. No quiero que nadie se enoje conmigo. Sólo diré que pertenezco a una hermosa Iglesia local, en la cual Dios me puso hace más de 60 años. En mi Iglesia trabajo y trabajaré hasta que el Señor disponga otra cosa.
Me siento un rebelde, añoso, pero con causa, por lo que probablemente seré un poco crudo en mis apreciaciones. No es mi intención molestar a nadie y mucho menos herir gratuitamente. Seré sincero y honesto con mis comentarios, y, sé perfectamente que también yo puedo estar equivocado.
Me declaro enemigo acérrimo del legalismo y cualquier cosa que se interponga por delante de la Libertad que el Señor supo darme. Libertad que defenderé hasta las últimas consecuencias.
Trataré de ponerle el cascabel al gato. En todo caso, y con el mayor de los respetos, "al que le quepa el poncho, que se lo ponga"
Poncho: trozo de tela de diseño sencillo, generalmente confeccionada con telas rústicas, con un agujero en el medio para pasar la cabeza a través de él.
Mi familia
Un poco más de mí
Un cristiano del montón
Habitualmente me identifico como un cristiano del montón, el motivo, porque soy uno más de tantos cristianos. De hecho no tengo títulos teológicos ni nada que se le parezca, solo soy un maestro de Biblia por vocación, que alguna vez cursó algunas materias teológicas en algún seminario. Por lo tanto, tampoco me considero, de ninguna manera, un iluminado ni mucho menos. Para validar lo que afirmo una de mis frases preferidas que fue subtítulo del primero de mis mis libros es, parafraseando a Pablo en la carta que le enviara a los romanos, " Mi experiencia personal nunca debe ser la regla". En todo caso Dios me dio un don, y como corresponde, es mi deber utilizarlo
Políticamente incorrecto
También me considero "políticamente incorrecto". Porque con el respeto que corresponde y luego de informarme, digo lo que pienso y llamo a las cosas por su nombre con el solo fin de que se entienda lo que afirmo, después vos podrás, en libertad absoluta, estar a favor o en contra de lo que escribo, dejaré la pelota siempre de tu lado del campo, podrás patearla para afuera si lo preferís, y seguimos siendo amigos.
Mi única Guía: La Biblia
Puedo ser crudo y algo filoso con mis apreciaciones, pero mi única guía es La Biblia. El único motivo es que me mueve es que libremente pienses, que te estalle la cabeza si es necesario, antes de que te duermas con palabras edulcoradas, grandilocuentes y vacías que en la gran mayoría de los casos no te sirven para nada. Estoy convencido, de que no hay nada más perjudicial y nocivo para la obra cristiana, que un cristiano desinformado, ya sea por errores propios, o mal informado por errores ajenos. De los propios es tu responsabilidad, de los ajenos deberemos dejarlos en manos de Dios.
Juan Alberto Soraire
Un cristiano del montón