Los cristianos y la política
Los cristianos no somos ostras y la iglesia no es un tuper donde debamos escondernos asustados, pretendiendo de esta manera alejarnos del pecado y del mundo.
El lugar que los cristianos son enviados a ocupar en esta tierra, están muy lejos de ser, los mullidos y cálidos asientos de nuestros templos.
La propuesta que el Dios de La Biblia nos formula es “cambiar el mundo”, frase sin duda presuntuosa.
Caben entonces dos preguntas: ¿Desde qué lugar los cristianos debemos cambiar el mundo? ¿Es la política un lugar apropiado para hacerlo?
Las respuestas precisas y concretas a estas preguntas no las encontraremos en La Biblia.
No encontraremos respuestas precisas, pero sí encontraremos ideas rectoras, puntos de partida y conceptos éticos centrales de conducta, a los cuales debemos acudir los cristianos siempre.
“… Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado…” Mateo 28:18-20
La misión de la Iglesia es hacer discípulos, el cambio que el cristianismo pretende realizar es espiritual y nuestro líder es Jesús, Dios mismo.
“… Mi reino no es de este mundo … mi reino no es de aquí” Juan 18:36-37
“… nuestra ciudadanía está en los cielos…”
Filipenses 3:20
Los cristianos forman parte de un estado cuyos ciudadanos no son terrenales, el territorio a gobernar no es material, y las leyes que lo rigen, están expresadas en las escrituras y no siempre coinciden con las leyes civiles.
Jesucristo cinceló el concepto con una frase:
“Dad al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios” Lucas 20:25
Se trata de dos reinos diferenciados, con diferentes intereses, diferentes necesidades, que deben convivir, que deben respetarse, pero que no deben estar involucrados entre sí.
El objetivo de la política es político, social y temporario. El objetivo del cristianismo, es inmensurable, espiritual y eterno.
Cuando los cristianos predicamos el evangelio, lo hacemos para cambiar vidas, que cambiarán matrimonios, que cambiarán familias, que cambiarán países, que finalmente cambiarán el mundo, independientemente del gobernador de turno.
Y cuando los cristianos nos arremangamos y nos ponemos a trabajar para ayudar a nuestro prójimo, lo hacemos por amor.
La política es el arte de gobernar una sociedad, una comunidad. La Iglesia, también es una comunidad, pero no tiene absolutamente nada que ver con la sociedad civil, a pesar de que forme parte de ella.
La Iglesia no es responsable de la gestión de ningún gobierno civil, por más cristiano que este se autoproclame, ni los gobiernos civiles deben interferir en la misión de la iglesia.
El cristianismo nunca estuvo en contra de la política. De hecho, no la condena ni la pondera, porque no es su espacio.
La Iglesia cristiana ha existido y convivido bajo gobiernos opuestos, represivos y paganos de todas las tendencias, además de ser cruelmente perseguida.
Cuando por alguna razón espuria, la Iglesia, o alguno de sus miembros, se vio involucrado en política, o las puertas de la Iglesia fueron abiertas de manera promiscua a la política, los resultados fueron nefastos. La historia antigua y contemporánea es testigo de lo que afirmamos.
Jesús nunca participó en política a pesar de haber sido agredido por la política, pero jamás instó a nadie a revelarse contra el brutal Imperio Romano y sus leyes.
No hallamos en el relato neo testamentario, ningún discípulo o apóstol, que se haya visto involucrado en la política, ni en ningún partido político de la época.
Tampoco encontramos sugerencias siquiera, que debamos participar en política, o invertir energía, tiempo o dinero en ella.
La iglesia es universal, y sus miembros no están llamados a defender ni a apoyar a ningún partido político en particular, ni a ningún líder, de ningún país.
El pecado de la sociedad debemos enfrentarlo y confrontarlo con las escrituras bíblicas, no corresponde ni podríamos hacerlo con posturas políticas.
La Biblia propone acciones concretas relacionadas con nuestra actitud frente a los gobiernos de turno:
- Debemos orar por ellos: 1ª Timoteo 2:1-2
- Debemos someternos a las autoridades. Romanos 13:1
- Debemos cumplir con las leyes. Tito 3:1
Resulta absolutamente natural simpatizar con algún partido político o líder en particular, como también resulta loable pretender involucrarnos en política.
Ahora bien, llegado el caso, ¿Sos consciente de donde te estas metiendo? La política no es un territorio sano y los intereses que se ponen en juego no siempre son salubres.
¿Cómo vas a hacer para defender desde tu banca, la justicia social y condenar el aborto al mismo tiempo, sin que no te echen a patadas, por no seguir las instrucciones precisas del partido al cual perteneces… que está a favor del aborto?
¿Cómo harás para predicarle el evangelio a tu vecino fanático que no simpatiza con el partido al cual vos perteneces?
¿O como harás para dar tu clase de Biblia a ese niño cuyo padre no coincide con tus pensamientos políticos?
¿Te imaginas predicando en lenguaje inclusivo no binario?
Sea cual fuere tu respuesta, ya estás en problemas, porque habrá quien lo apruebe y quien no lo apruebe y La Biblia no te va a ayudar a resolver tu problema.
¿Y cómo harás para servir a dos señores al mismo tiempo?
“Porque nadie puede servir a dos señores, porque menospreciará a uno y amará al otro” Mateo 6:24
Sos
Juan Alberto Soraire / Un cristiano del montón