Deslindar responsabilidades

Siempre me pregunto ¿Cuál es la razón por la cual muchos cristianos espiritualizan todo, inclusive, decisiones que son profundamente humanas, como es el caso de elegir una carrera, un trabajo, una casa, un proyecto de vida?

Podríamos describir a esta actitud como una “hiper-espiritualización de la vida”, donde todo lo que nos sucede es interpretado como si tuviera un significado oculto, un mensaje sobrenatural y divino, escondido.

No parecería nacer de una mala intención, sino más bien, de un genuino e íntimo deseo de agradar a Dios, pero lo que debería ser una búsqueda de sabiduría divina, se transforma en una espera constante de “señales, emociones o confirmaciones”, que la Biblia de ninguna manera propone.

En vez de ponernos a trabajar con las herramientas que el propio Dios pone en nuestras manos, solemos esperar instrucciones casi sobrenaturales, incluso para las cuestiones más sencillas que solo requieren sentido común.

Probablemente, una de las causas de esta actitud, errónea, por cierto, es que temamos equivocarnos, entonces, preferimos pasarle el problema a Dios, que no es otra cosa que deslindar la responsabilidad que tenemos acerca de nuestras propias decisiones. “Buscar la voluntad de Dios no nos exime de asumir la propia”

Estos creyentes, en vez de utilizar la mente, la información disponible, la experiencia y el sabio consejo bíblico, esperan hechos sobrenaturales casi para cualquier cosa, incluso para las que solo requieren sentido común y madurez espiritual, que parecen no tener.

Frases como “Dios me dijo”, “sentí de parte del Señor” o el Señor me habló” se convierten en escudos para no asumir responsabilidades, ni mucho menos errores.

Con este lenguaje ambiguo, parecería que quedáramos liberados del análisis crítico de nuestras decisiones, de la evaluación de las mismas y sus consecuencias. Si la decisión sale mal, no es un error propio, sino un “misterio divino”.

No somos títeres de Dios. La Biblia no presenta a Dios tomando decisiones por nosotros, por el contrario, nos llama a crecer y a actuar con sabiduría y responsabilidad.

“Confía en el Señor… y Él enderezará tus veredas” Proverbios 3:5–6

Atribuir todo lo que sucede a nuestro alrededor, a Dios, es una forma de lavarse las manos. Encubre nuestra falta de perseverancia y compromiso. Resulta más fácil decir “Dios cerró la puerta” que admitir que no perseveramos lo suficiente o que tuvimos miedo de abrirla.

“La espiritualización” de todo lo que nos rodea, también es una forma de evitar el trabajo. Es más cómodo decir “Dios me mostrará qué estudiar”, que investigar diferentes carreras, evaluar sus costos, analizar nuestras habilidades y tomar decisiones informadas. Usamos lenguaje “espiritual” para maquillar la falta de preparación, esfuerzo o constancia.

El llamado bíblico es claro: “Todo lo que hagan, háganlo para la gloria de Dios” 1 Corintios 10:31, lo cual implica responsabilidad activa.

La falta de conocimiento bíblico por parte de muchos cristianos les hace creer que actuar con libertad y criterio propio es un riesgo que no debemos tomar, por lo tanto, actúan como lo que son, cristianos débiles, que no saben dónde ir ni qué hacer, si no los llevan de una rienda.

Han sido formados en contextos donde lo “espiritual” debe cubrir todo, donde actuar con libertad o criterio propio parece ser un riesgo…o eventualmente un pecado.

La Biblia enseña que Dios nos guía, pero también nos otorga libertad de acción y elección, dentro de principios claros: justicia, sabiduría, honestidad, esfuerzo, amor al prójimo y responsabilidad.

Muchas veces usamos lo espiritual para evitar equivocarnos o enfrentar consecuencias. La verdadera madurez consiste en caminar con sabiduría, asumir nuestras decisiones y confiar en que “el Señor afirmará nuestros pasos” Salmo 37:23

La Biblia nos llama a:

· Planificar: Proverbios 21:5

· Pensar con sensatez: 2 Timoteo 1:7

· Usar la libertad dentro de principios claros: 1 Corintios 10:31

· Reconocer a Dios en todos nuestros caminos: Proverbios 3:5–6

Dios nos guía, pero también espera que actuemos. La madurez cristiana consiste en arremangarse y ponerse a trabajar, confiados en que Él nos acompañará a cada paso que demos.

“Por la fe Abraham obedeció… y salió sin saber a dónde iba” Hebreos 11:8

A buen entendedor pocas palabras.

Juan Alberto Soraire / Un cristiano del montón