El equilibrio del Dios de los cristianos

El diccionario define al equilibrio como: “Ecuanimidad y mesura” “Armonía entre cosas diversas” “Hay equilibrio cuando la resultante de las fuerzas que actúan sobre el estado de un cuerpo o sistema, es nula” El universo, es la manifestación más incuestionable del perfecto equilibrio y armonía entre cosas diversas. La tierra es parte de ese universo y vemos también en la naturaleza la armonía a la cual nos referimos.

Llamativamente, la palabra equilibrio no la encontramos en La Biblia como tal, sin embargo, podemos comprobar fácilmente que el equilibrio es una de las manifestaciones más evidentes de nuestro Dios.

Encontramos en el Antiguo Testamento importante cantidad de versículos que hacen referencia a Dios y al equilibrio. Lo hace a partir de una manifestación práctica del mismo, la balanza, que es “la razón del equilibrio”, según lo describe una famosa a canción de Silvio Rodriguez.

Algunos de estos versículos son: Proverbios 16:11: “El señor exige el uso de pesas y balanzas exactas Él es quien fija los parámetros de la justicia” Proverbios 11:1:” La balanza falsa es abominación al Señor, pero el peso cabal es su deleite” Levítico 19:36: “Tendréis balanzas justas, pesas justas, un efa justo y un hin justo. Yo soy el Señor vuestro Dios que os saqué de la tierra de Egipto” Isaías 40:12: “¿Quién midió las aguas en el hueco de su mano, con su palmo tomó la medida de los cielos, con un tercio de medida calculó el polvo de la tierra, pesó los montes con la báscula, y las colinas con la balanza?

En el Nuevo Testamento, en la carta que Pablo le escribe a los Romanos encontramos la definición precisa de quien es, y quien debe ser para los cristianos el centro mismo del equilibrio, el punto exacto donde se apoya el brazo de la balanza. “Porque de él y por él y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos” Romanos 11:36. Cristo centrismo de la más pura cepa, nadie puede ocupar su lugar, Él es el centro, de Él dependemos, en ÉL ponemos nuestras esperanzas y aspiraciones, por Él somos salvos.

Pero hay otro claro ejemplo en el Nuevo Testamento de lo que estamos describiendo y en el cual quiero hacer especial énfasis en este escrito. Probablemente nos encontremos ante el paradigma, el arquetipo, de la voluntad de nuestro Dios para los cristianos. Me refiero al “Gran Mandamiento”, que paradójicamente no es un mandamiento, son dos en uno, indivisibles. Ante la pregunta de un escriba, “Maestro... ¿Cual es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas”. Mateo 22: 36- 39

Más claro, échale agua, afirmaría un amigo mío, mientras otro preguntaría ¿Cuál es la parte que no se entiende?¿Son dos mandamientos o se trata de uno solo? ¿Podemos cumplir uno de ellos y el otro no? Si quisiera cumplir el primero, solo debo recluirme en algún monasterio, si por el contrario deseara cumplir el segundo, dedicaría mi vida a ayudar a los necesitados.

Ambas acciones suenan muy loables, pero no, el gran mandamiento no dice eso, dice otra cosa, e imagino que no será necesario explicarlo de nuevo. “Al que quiera oír que oiga” solía decir Jesús luego de sus charlas.

El pastor José Miguez Bonino nos ayuda a reflexionar el tema de la siguiente manera: “El tema de conversación de Dios con el ser humano es el ser humano mismo, quien no se interesa en el ser humano, no tiene de que hablar con Dios”

Juan Alberto Soraire

Un cristiano del montón