El populismo en el cristianismo
Al populismo lo relacionamos generalmente con la política. Sin embargo, si indagamos solo un poco, podemos encontrar fácilmente, similitudes, en ciertas prácticas de algunos grupos cristianos.
El populismo se describe, como una forma de hacer política. Tiene algunas particularidades, donde probablemente la más importante sea, que interpela a las clases populares.
Se caracteriza por un estilo de liderazgo carismático, un discurso fácil, repetitivo, sin mayores compromisos, muchas promesas, pocas exigencias. Divide a la sociedad, además de manipular y movilizar a las masas a través de la identificación con el líder y sus propuestas.
La estrategia consiste en captar la atención del pueblo mediante un discurso seductor, generalmente vacío de contenido.
En el ámbito cristiano, el populismo se manifiesta de manera semejante. Su dinámica se sostiene en una oferta inconsistente, que no demanda mayores esfuerzos, basada en promesas de consuelo, protección espiritual, prosperidad, sanidad y otros beneficios semejantes, donde todo parece comenzar y terminar dentro del templo.
Este tipo de manejo religioso se apoya en un discurso emocional, con escaso sustento doctrinal, y está dirigido principalmente a feligreses poco contestatarios y vulnerables a la manipulación.
En el cristianismo, el populismo encuentra un terreno fértil en congregaciones donde el conocimiento bíblico es poco o nulo y se potencia, cuando la educación secular de los feligreses es media o baja, hecho que limita su capacidad de análisis crítico.
Los líderes de estos grupos, suelen poseer habilidades comunicativas. Utilizan con destreza, frases fáciles de recordar, anécdotas emotivas, gestos teatrales, hecho que los hace atractivos y carismáticos.
Pueden llegar a mantener el control doctrinal, económico y moral de los feligreses, quienes no toman decisiones espirituales ni personales sin la aprobación del líder.
Toda crítica que se les haga es presentada como una prueba de que son perseguidos, “me atacan porque predico la verdad”.
La figura del líder se vuelve central, Cristo queda relegado a un segundo plano. Los feligreses suelen afirmar: “Yo voy a la iglesia de fulano o de mengano”
En estas congregaciones, se prometen bendiciones, milagros y dudosas soluciones, sin un llamado serio al arrepentimiento ni a la perseverancia en la fe.
El discurso es emocional y simplificado. Se apela más a los sentimientos que al estudio profundo de la Palabra. Algunos de estos grupos se consideran “el verdadero pueblo de Dios”, desconsiderando a otros grupos cristianos.
Se crea un relato. El uso de la Biblia es estratégico. Se utilizan versículos aislados para reforzar la narrativa. Suelen repetir versículos bíblicos como loros, particularmente del AT.
“Cualquier parecido con el discurso político populista, no es accidental, dado que comparten la misma estrategia”
La Biblia nos advierte:
1-Acerca de los falsos maestros:
“… hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre ustedes falsos maestros, que introducirán engañosamente herejías destructoras…” 2 Pedro 2:1
2-Acerca de la necesidad de discernimiento:
“Examínenlo todo; retengan lo bueno” 1 Tesalonicenses 5:21
3-Acerca de ciertas doctrinas:
“Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina… y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” 2 Timoteo 4:3-4
Esta situación no es gratuita, tiene riesgos y consecuencias negativas:
-Cuando el populismo religioso se afianza en una comunidad cristiana, se sustituye el discipulado bíblico y el estudio de La Biblia, por la repetición de consignas.
-Se debilita la relación personal con Cristo, se la remplaza por la dependencia de guías humanos o de eventuales ídolos.
-Se genera división con otras congregaciones cristianas.
-Se perpetúa la ignorancia bíblica, impidiendo el desarrollo del pensamiento crítico.
-Se facilita la manipulación en temas doctrinales, económicos e incluso políticos.
-El populismo religioso es particularmente peligroso, porque se disfraza de espiritualidad, pero suele ser una estrategia de control y manipulación. Así es como nacen las sectas.
Hay una sola manera de contrarrestar esta situación, la cual es más sencilla de lo que imaginamos, y ella es volviendo a la Palabra de Dios, promoviendo el estudio bíblico personal y sistemático.
Sin duda, un trabajo práctico para muchas iglesias que se auto perciben cristianas y que ya no enseñan La Biblia como Dios mismo lo propone en su palabra.
“Toda la escritura es inspirada por Dios y es útil para enseñarnos lo que es verdad y para hacernos ver lo que está mal en nuestra vida. Nos corrige cuando estamos equivocado y nos enseña a hacer lo correcto”
2ª Timoteo 3:16
Juan Alberto Soraire
Un cristiano del montón