El que calla, otorga.
Acerca del Gauchito Gil y otras yerbas
“El que calla otorga”, es un dicho popular que indica la falta de respuesta ante una situación determinada.
Esta ausencia de negación, o de confirmación, puede interpretarse como una validación y reconocimiento de la veracidad del hecho.
Si no lo niego, los que me rodean pueden interpretar que lo admito, y si lo admito, se asume que estoy de acuerdo con la situación.
La puerta de escape suelen ser escusas, que nos permitirán salir bien parados, o eventualmente, escabullirnos del problema, al igual que un ratón engrasado.
Estas escusas suelen ser variadas. Admitir falta de interés, evitar conflictos, no darle importancia al hecho, o simplemente lavarnos las manos, expresando con ello, que no nos importa ni interesa las consecuencias.
Debemos dejar bien en claro que para el Dios de los cristianos, los seres humanos son absolutamente libres de adorar, venerar, honrar, o lo que se les ocurra, a quien quieran, o a lo que quieran, las consecuencias corren absolutamente por cuenta de quién lo hace.
Les cuento que ayer, 8 de enero, no fue un buen día para mí. Estuve indignado con algunas situaciones que suceden entre quienes pomposamente se auto denominan o se auto perciben cristianos, aunque todo indique que no lo son.
Quiero hacer referencia a un refrán popular que afirma:
"La culpa no la tiene el chancho, sino el que le da de comer”
Bien, no estoy molesto con el chancho, estoy molesto con el que le da de comer. No estoy molesto con quienes hayan acudido a venerar al gauchito Gil, estoy muy molesto e indignado con quienes pretenden ser los guías espirituales de esta gente.
El Gauchito Gil, es un personaje folklórico argentino que habría vivido en la provincia de Corrientes para fines del siglo XIX.
Nació un 8 de enero, su nombre era Antonio Mamerto Gil y es partícipe de infinidad de relatos y leyendas, que lo convirtieron en un personaje popular y místico.
Entre muchas cosas, se asegura que fue reclutado en el ejército, en ocasión de la guerra de la Triple Alianza, pero por desertor, fue sometido a juicio y ejecutado. Se le imputa haber sido adorador de San La Muerte, y por alguna situación confusa, se le atribuye además, haber sanado al hijo de un Coronel.
Actualmente, su imagen es honrada y venerada como la de un santo católico, aunque aún no lo sea, no sabemos por cuanto tiempo.
A este “santo pagano”, como se lo define bulgarmente, se lo invoca por cuestiones de salud, trabajo, necesidades materiales, para lograr fuerza de voluntad y protección, en momentos difíciles. Muchos lo consideran el santo de los desahuciados y lo vemos en altares, mimetizado con santos, vírgenes y cruces. Sincretismo puro y duro.
Como les anticipé, lo que hoy me ocupa, no es el chancho, sino el que le da de comer, y el que le da de comer a este sincretismo pagano, son los líderes de la iglesia católica, todos, incluido el Papa.
Los líderes católicos saben perfectamente que estas prácticas están absolutamente condenadas en La Biblia, por el Dios a quien dicen adorar y servir. Pero se callan, admiten y fomentan la situación, por lo tanto los considero cómplices.
La opinión de los máximos referentes de la Iglesia Católica, acerca de este personaje de culto tan popular como lo es el Gauchito Gil, es casi una incógnita, y las manifestaciones públicas de "su santidad" sobre el caso también lo son.
Se hacen los giles, diríamos en Argentina, parafraseando el apellido del famoso gauchito.
Hasta ahora, las autoridades católicas son reticentes a incluir a este santo pagano en la nómina de consagrados, pero todo llega.
El Papa Francisco ha llegado a admitir que la Iglesia Católica, debe “acompañar” a los devotos del Gauchito Gil.
¿Acompañarlos a dónde? ¿Al infierno?
Cuando toda esta gente se encuentre efectivamente en el infierno, con ustedes y por culpa de ustedes, y les pregunten ¿Por qué no me lo dijiste, porqué me engañaste? ¿Qué cara van a poner, a quien le van a echar la culpa?
Para concluir, les voy a dejar a los “responsables del cuidado de los feligreses”, en boca del mismo Jesucristo, un versículo para que vayan haciendo cálculos.
“Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar. ¡Ay del mundo por los tropiezos! porque es necesario que vengan tropiezos, pero ¡Ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo!” Mateo 18:6
Y esto corre por mi cuenta:
¡El que avisa no traiciona!...diría Jesucristo
Y el Gauchito Gil es solo uno, entre tantos cientos de casos similares, particularmente en Latinoamérica.
Me pregunto ¿Qué pensará Dios al respecto?
Juan Alberto Soraire
Un cristiano del montón