El Riachuelo Libre

El siguiente posteo, es parte del libro “Libre en Cristo”, de Cecil Hook, y lo he incluido oportunamente, en mi primer libro “Maldito Legalismo”

En pocas palabras, el autor describe, un diagnóstico perfecto de la enfermedad que ha afectado y aun afecta al cuerpo de Cristo, su Iglesia.

Dice así:

“Para encontrar su curso, un riachuelo cambia de un lado a otro. Aunque recibe contaminantes constantemente, el riachuelo tiende a purificarse a sí mismo.

Si le ponemos una represa, se estancará, y al poco tiempo desarrollará todo tipo de fango y mugre.

Por el contrario, el riachuelo que corre libremente está en proceso constante de purificación, aunque nunca será puro en el más estricto sentido de la palabra.

Así es con la iglesia.

Los discípulos libres y autónomos deben tener la libertad de conducirse sin restricciones por parte de gobiernos terrenales.

La gente libre, tal vez varíe en interpretación y entendimiento en diferentes congregaciones y en diferentes generaciones.

La iglesia por su parte, tal vez vaya de un extremo hasta el otro, en constante búsqueda de su curso, siempre tendrá peligro de impurezas, por lo tanto, siempre estará en estado de reforma, pero por estar compuesta de humanos imperfectos, nunca será libre de defectos.

Una generación no puede cristalizar y dogmatizar un sistema con el fin de garantizar que sus conceptos se impongan sobre la siguiente generación para asegurar la fidelidad de esta.

Los esfuerzos por controlar a la siguiente generación, son intentos de forzar la unidad a través de la conformidad.

Cuando el riachuelo es represado, se estanca y empieza a depender de la procreación intelectual, la cual dará a luz todo tipo de monstruosidades doctrinales.

El control puede originarse en hombres de buenas intenciones y propósitos inocentes.

En los primeros siglos, los obispos reconocían la ignorancia y la vulnerabilidad de muchos de los discípulos, así que comenzaron a dar reglas al rebaño de lo que es bueno y lo que es malo. Ellos trataban de identificar una ortodoxia final y absoluta, y demandaban conformidad para evitar herejías.

Pensando en proteger al ignorante, construyeron cercos interpretativos alrededor de la ley. Así ellos comenzaron a represar el riachuelo con sus reglas.

Estos ancianos / obispos / pastores, se convirtieron en la elite espiritual y se sentían calificados para convertir sus interpretaciones, en requisitos absolutos.

En aquellos tiempos no se creía necesario que la gente conociera las Escrituras. ¿Para qué aprender de las Escrituras, si de cualquier manera uno depende del obispo para su interpretación?

Esto llevo a la conclusión lógica de que a las personas se les prohibiría estrictamente interpretar la Biblia por sí mismos.

Si una persona interpretaba diferente que los obispos, pecaba, porque ellos eran la voz autoritaria gobernante. ¡Así se volvió pecado leer la Biblia! ¡Y todo esto nació de buenas intenciones!

Las enseñanzas mal entendidas no causaron la apostasía, sino el poder de los obispos, quienes represaron el riachuelo. ¡Y qué estancamiento produjeron! Sus fangosos y monstruosos conceptos han contaminado a cada discípulo sobre la faz de la tierra a partir de aquellos tiempos.

Aunque los reformados con esfuerzo han quebrado la represa, el riachuelo nunca se ha purificado completamente de sus grotescas influencias.

Yo suspiro cuando oigo que ancianos y pastores ponen reglas para el pueblo de Dios en nuestros días, y no es que yo no ame y respete a los ancianos.

Cuando ellos ponen códigos de vestimenta, especifican cual es la versión de la Biblia que debemos usar, legislan en cuanto al número de reuniones a las que debemos asistir, le dicen a la gente que es lo que necesitan creer para permanecer en el grupo, etc. ellos tratan de proteger y fortalecer el rebaño, pero estos son pasos que van en la dirección de convertirse en la elite de interpretación, control y gobierno.

Así el impuro proceso comienza de nuevo.

“Otros tal vez se sujeten a señores, ¡Pero no ha de ser así entre vosotros!” (Mt. 20:26)

Permitamos que los santos de cada congregación sean libres para interpretar por sí mismos, y dejemos que sean libres del lujo impuro de juzgarse los unos a los otros.

Ellos tal vez tiendan hacia la izquierda o hacia la derecha, pero ellos constantemente tratarán de corregir su curso por su propio deseo de seguir la verdad.

Si ellos no tienen éste deseo, ningún gobierno, ni credo, ni represa los mantendrá en la verdad. Una clase elitista de gobernantes lleva a la esclavitud.

Dejemos, entonces, que la comunión de los santos sea un riachuelo que fluya libremente purificándose a sí mismo”

Cecil Hook

La claridad de lo expuesto en tan pocas líneas, debería hacernos reflexionar, tanto a líderes como a feligreses, de todas las congregaciones cristianas, acerca de la libertad que Cristo nos propone.

“Conocerán la verdad y la verdad los hará libres”

Juan 8:32

Juan Alberto Soraire

Un cristiano del montón