Estudiando La Biblia / Nº 10

Idolatría

En posteos anteriores, determinamos que el creyente cristiano ya no debería acudir al decálogo (10 mandamientos) para encontrar la guía que lo inspire y dirija en su vida diaria, el motivo lo aclara el Apóstol Pablo cuando nos dice en Romanos 6:14 “Porque el pecado no se adueñará de vosotros; pues no están bajo la ley, sino bajo la gracia”.

Pablo se refiere por un lado a “la ley” del Antiguo Testamento, y por el otro a “la gracia y salvación” que tenemos en Cristo, expresada claramente en el Nuevo Testamento.

Por lo tanto, los cristianos, si pretendemos estar bajo la gracia salvadora de Jesucristo, debemos acudir particularmente al Nuevo Testamento para conocer cuál es la voluntad de quien decimos que es nuestro Dios. Sé que puede resultar incómodo y chocante para algunos mis afirmaciones, pero solo me remito a lo que la propia Biblia asegura. Si hay quejas deberán hacerlas al autor de la misma.

Pero acudir al Nuevo Testamento no significa dejar de lado el Antiguo Testamento, de ninguna manera, dado que encontramos en él, ejemplos, enseñanzas y testimonios maravillosos que tienen mucho que decirnos y enseñarnos. Y, de hecho, en este posteo analizaremos juntos los dos primeros mandamientos del decálogo que se encuentran precisamente, en el Antiguo Testamento.

Recordemos en principio, que tal cual lo afirmamos en posteos anteriores, el decálogo fue entregado a Moisés hace más de 3500 años y a pesar de ello, los diez mandamientos aún mantienen su esencia y su absoluta vigencia, y esto no es una contradicción de mi parte porque tal cual también lo hemos afirmado, el Nuevo Testamento potencia y le da nueva fuerza al decálogo.

Tampoco podemos dejar de admitir que, en el decálogo, no están enumerados todos y cada uno de los pecados que el hombre podría incurrir. Por ejemplo no se menciona el estafar, violar, esclavizar, ser un mal empleador, ser un mal empleado, no amar al prójimo igual que a Dios, atentar contra mi propio cuerpo, y muchos otros. Pero lo que sí, está expresamente mencionado es el pecado de la IDOLATRIA, precisamente en los dos primeros mandamientos.

La pregunta que te hago es: ¿Dónde estás vos parado respecto a la idolatría? ¿Pensaste alguna vez que podrías ser un idólatra para el Dios de los cristianos?

Ahora bien, ¿Qué dicen los dos primeros mandamientos del decálogo? En el Antiguo Testamento, en el libro de Éxodo, cap.20, Vs 1 al 5 podemos leer al respecto.

“Entonces Dios pronunció estas palabras: Yo soy el Señor, tu Dios, que te hice salir de Egipto, de un lugar de esclavitud. No tendrás otros dioses delante de mí. No te harás ninguna escultura y ninguna imagen de lo que hay arriba, en el cielo, o abajo, en la tierra, o debajo de la tierra, en las aguas. No te postrarás ante ellas, ni les rendirás culto, porque yo soy el Señor, tu Dios, un Dios celoso…”

Estos versículos, tal cual están escritos, han sido transcriptos de La Biblia católico-romana denominada “El libro del Pueblo de Dios”. Editada por Fundación Palabra de Vida, Ediciones Paulinas. Madrid-Buenos Aires. Muy buena versión que recomiendo a mis amigos católicos.

Debemos recordar en principio, que los dos mandamientos que hoy merecen nuestra atención, han sido reinstituidos, pero con mayor e énfasis, en el Nuevo Testamento. Lo vamos a recordar todas las veces que sea necesario.

Pero vayamos por parte. “Entonces Dios pronunció estas palabras: Yo soy el Señor tu Dios…”. Técnicamente este es el primer mandamiento. Entendamos que Dios le estaba ablando al pueblo hebreo, a su pueblo, con el cual había hecho un pacto que los unía a partir de Abraham. Los judíos sabían perfectamente de que les estaban ablando.

La primera pregunta que debemos hacernos es: ¿El Dios y Señor de los hebreos, es también mi Dios, es tu Dios? ¿Me está ablando a mí, te habla a vos? ¿Considero a este Dios, mi creador? No es fácil avanzar sobre este punto sin acudir al Nuevo Testamento, ¡SI es la respuesta! En otro momento abordaremos este tema, pero sigamos adelante con el decálogo para no distraernos.

Avanzando con la lectura del segundo mandamiento del decálogo, la cosa se pone más espesa, pero paradójicamente más clara. “No tendrás otros dioses delante de mí. No te harás ninguna escultura y ninguna imagen de lo que hay arriba, en el cielo, o abajo, en la tierra, o debajo de la tierra, en las aguas. No te postrarás ante ellas, ni les rendirás culto, porque yo soy el Señor, tu Dios, un Dios celoso”

Me pregunto y les pregunto. ¿Cuál es la parte que no se entiende? Te anticipo que elijas la versión de La Biblia que elijas, todas afirman claramente lo mismo…no hay escusas.

Acudamos al diccionario para mantener la neutralidad. Las cuatro palabras que en principio nos interesan son las siguientes:

Imagen: Representación plástica de una persona o de una cosa, especialmente efigie que es objeto de culto. Escultura: Arte y técnica de representar objetos o crear figuras en tres dimensiones trabajando o labrando un material, como barro, piedra, madera o bronce. Postrar: Ponerse (una persona) de rodillas ante otra, en señal de respeto, súplica, adoración o humillación. Culto: es el conjunto de ordenaciones bien definidas sobre los actos, personas y objetos que se refieren al servicio de Dios.

Si bien imagino que todos sabemos lo que significa creador y criatura, vamos al diccionario de nuevo. Creador: Que crea o ha creado determinada cosa. De la creación o relacionado con ella. Criatura: Ser creado En La Biblia se menciona rotundamente que hay un solo creador, un Dios en tres personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo, y que todo lo que existe además de Él, son criaturas, o sea que son seres creados. ¡Todos, sin excepciones!

Disculpen mi insistencia, pero una vez más me pregunto ¿Cuál es la parte que no se entiende? ¿En qué idioma Dios nos tiene que hablar para que entendamos cuál es su voluntad respecto a la idolatría?, porque a lo que se refieren estos dos mandamientos es a la idolatría, no a otra cosa, por más vueltas que quieras darle.

Idolatría: Práctica religiosa en la que se rinde culto a un ídolo.

Para colmo de males, el último párrafo del pasaje bíblico que leímos y que pocos prestan atención nos dice “… soy un Dios celoso…”. ¿Alguna vez tuviste celos?, si los tuviste no tengo nada que explicarte.

Celos: Sentimiento que experimenta una persona cuando sospecha que la persona amada siente amor o cariño por otra, o cuando siente que otra persona prefiere a una tercera en lugar de a ella.

Si te consideras un cristiano, y en algún momento de tu vida, algunas de tus actitudes han rayado la idolatría, quiero que sepas que Dios, ese Dios en quien vos aseguras creer, está triste…y probablemente también esté molesto, o quizás enojado, igual que lo estarías vos.

Juan Alberto Soraire

Un cristiano del montón