La astrología, el horóscopo y La Biblia 2
Como corresponde, ante cualquier tema que abordemos, debemos dejar bien en claro de que estamos hablando, el objetivo es no confundirnos ni contradecirnos, embrollando el asunto con interpretaciones personales.
El diccionario, y por supuesto La Biblia, son, en estos casos, nuestros invalorables aliados.
Como diría mi abuela, vamos al grano.
La astrología, resulta ser el estudio de la posición y el movimiento de los astros, a través de cuya interpretación se pretende conocer la influencia de los mismos en el destino de las personas, y pronosticar sucesos terrestres. La palabra proviene del griego ἀστρολογία, que significa estudio o ciencia que trata de los astros.
El horóscopo, por su parte, es un procedimiento adivinatorio que consiste en predecir el futuro de una persona a partir de la interpretación de la posición relativa de los planetas del sistema solar y de los signos del zodíaco en el momento de su nacimiento.
Astrología y horóscopo son dos conceptos que suelen utilizarse indistintamente, pero no son lo mismo.
Mientras la astrología abarca un mundo amplio y complejo de interpretaciones, el horóscopo por su parte, se remite, tal cual el diccionario lo afirma, a ser solo un procedimiento adivinatorio.
Es importante remarcar que nada tiene que ver la astrología con la astronomía.
¿Podemos considerar a la astrología como una ciencia?
Si aceptamos y admitimos, según el propio diccionario y sus partidarios lo afirman, que la astrología es el conjunto de conocimientos que permite predecir los diferentes sucesos que puedan afectar a los seres humanos durante su estadía en la tierra, a través de los astros, la respuesta es NO.
Una disciplina que establece sus propias reglas de juego, que arroja conclusiones inverificables e irreproducibles, que no pueden ser desmentidas, y que escapa a las condiciones mínimas que impone el método científico, no puede considerarse ciencia.
La idea del Zodíaco y sus signos, nació hacia el año 700aC. Alguna vez fueron 18, luego 11, hoy son 12.
Sin el afán de complicarle la vida a nadie, la definición de Zodíaco es la siguiente: “zona o faja celeste por cuyo centro pasa la eclíptica y que comprende los doce signos, casas o constelaciones que recorre el Sol en su curso anual aparente, a saber, Aries, Tauro, Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Libra, Escorpión, Sagitario, Capricornio, Acuario y Piscis”
Existen diferentes escuelas de astrología, hecho que justificaría que sus miembros, no se pongan de acuerdo en las características propias de cada signo solar. Probablemente sea este el motivo por el cual los acertijos de los diferentes horóscopos no coinciden cuando los consultamos.
Debemos mencionar también, que las culturas hindú, china y japonesa, manejan su propia escuela de astrología, donde los signos que la conforman son 26.
Pese a las evidencias en contra de la astrología, mucha gente sigue creyendo en ella. Los mecanismos psicológicos involucrados al implementarla serían los siguientes:
- El cerebro busca automáticamente patrones y de esta manera, se recuerdan solo las coincidencias, fenómeno denominado como apofenia.
- A la carta: elijo la parte de la adivinación que me gusta, lo que me cae bien, lo que me justifica.
- Me acuerdo solo de los aciertos. Algo similar les sucede a los jugadores compulsivos, solo se acuerdan cuando ganaron.
- El horóscopo, un placebo. Mi vida no cambia, pero soy feliz.
- Se acepta como bueno lo que es bueno para la mayoría.
- Se le encuentra significado a lo que no lo tiene.
- Se validan ilusiones, a pesar de que los argumentos indiquen lo contrario.
- Se le encuentra significado a lo que evidentemente no lo tiene.
Al igual que los manipuladores religiosos, los activistas de estas pseudociencias también pretenderán manejarnos, y de hecho lo logran, sin que se les mueva un pelo. No lo hacen por amor al arte, por cierto.
El método oculto que manejan estos manipuladores seriales es describir la predicción en forma vaga, sin detalles concretos, de manera amplia y genérica, y así, de esta manera, puede ajustarse a casi cualquier persona. Todo está en la mente del oyente.
La pregunta es entonces, ¿Por qué la gente acude a que le adivinen el porvenir?
Psicólogos que han estudiado el tema aducen que, las personas, aunque engañados, se sienten más seguras para afrontar los momentos de crisis. Necesitan el apoyo de alguien o de algo, y lo encuentran en la astrología.
Dios no figura en su radar, por lo tanto, no saben lo que se pierden.
La astrología y el horóscopo, nunca se llevaron bien con el cristianismo y mucho menos con La Biblia.
Si creemos o predicamos, que los astros de alguna manera u otra ejercen una fuerza sobrenatural e inexplicable sobre las personas, estamos admitiendo que actuarían casi como un dios, por carácter transitivo…competirían con Dios, me refiero al Dios de La Biblia por supuesto.
La Biblia afirma, en los Salmos 8:3 y 19:1, que los astros y las estrellas fueron creados por Dios, que son obras de sus manos y que son una manifestación de su poder. En ningún lugar, indica o sugiere, algún significado oculto o mágico relacionado con ellos.
En el libro de Job, se mencionan a tres de las constelaciones conocidas. Pero esto no resulta ser ninguna novedad. Otras culturas como la griega y la egipcia también las identificaban y hacían uso de ellas para predecir la marea, el comienzo y fin de las estaciones, y como guías de la navegación.
En La Biblia, los astrólogos, que ya existían, fueron puestos en ridículo y en vergüenza por el profeta Daniel, por su impotencia al pretender interpretar sueños del Rey.
“¿…dónde están tus astrólogos, esos que miran las estrellas y hacen predicciones todos los meses? Que den la cara y te salven de lo que te depara el futuro. Porque ellos son como la paja que arde en el fuego, no pueden salvarse a sí mismo de las llamas. No recibirás ninguna ayuda de ellos...” Isaías 47:14
Y el horóscopo, como una forma de adivinación está también expresamente prohibido.
“No permitas que el pueblo practique la adivinación, ni la hechicería, ni haga conjuros, … Cualquiera que practique estas cosas es detestable a los ojos de Dios…tú debes ser intachable” Deuteronomio 18:10-12
¡El que tiene oídos para oír… que oiga!
Juan Alberto Soraire / Un cristiano del montón