LA BIBLIA, una historia de amor

A propósito de estos tiempos de reflexión, donde los cristianos recordamos la Pascua, permítanme contarles una hermosa historia de amor, donde los protagonistas de la misma son esencialmente dos, el creador, Dios mismo, y su criatura más importante, el ser humano. Tomaré como única referencia La Biblia misma.

En el principio, cuenta la historia en Génesis, que Dios, luego de crear la naturaleza en toda su extensión, luego de crear el universo y sus estrellas, la tierra y todo lo que hay sobre ella plantas y animales, los mares y los peces, finalmente propuso, “hagamos a los seres humanos”, y así lo hizo, a imagen de él mismo lo creó, varón y mujer.

Los bendijo y les dijo multiplíquense, progresen, llenen la tierra. Todo lo que puse sobre ella es para ustedes, adminístrenlo sabiamente. Todo animal, todo árbol que de fruto y semilla serán para vuestra alimentación. Y cuenta la historia que luego de ver Dios lo que había hecho reflexionó diciendo: “Me gusta lo que hice, es realmente bueno”

Lo cierto es que la relación del creador con su criatura más preciada a través de los tiempos no fue tan buena como podría esperarse. Nos cuenta La Biblia que el hombre se alejó de Dios. Quiso ser libre, quiso ser igual a Dios, ¡Yo soy mi propio Dios, se dijo a sí mismo! Dios se enojó varias veces con el hombre, pero otra tantas, tuvo compasión de él.

Pero no todos los seres humanos que formaron parte de su pueblo, se revelaron, alejándose de ÉL, hubo muchos que, con todos sus defectos, errores y pecados, se mantuvieron a pesar de todo, bajo la dependencia de su creador, y Dios los bendijo, los protegió y utilizó de muchas y diferentes maneras.

Muchos de estos personajes participaron plenamente como intermediadores entre el pueblo y Dios, no todos lograron su objetivo. Sus historias, sus sufrimientos y sus experiencias particulares las encontramos narradas en detalle en el Antiguo Testamento. Podemos nombrar a algunos, los más relevantes quizás. Moisés, Abraham, Noé, Salomón, David, profetas autores de libros tan importantes como Isaías, Oseas, Amos y tantos otros. O personajes tan particulares como Job, Esther o el propio José el menor de los hijos de Jacob.

Pero Dios tenía un plan para su reconciliación con el ser humano y en el mencionado plan figuraba como partícipe necesario, ÉL mismo, a través de su hijo Jesucristo.

Llamativamente, encontramos en el Antiguo Testamento, muchas menciones, algunas sutiles y otras no tanto, de este plan, y de su protagonista principal Jesucristo. Si bien como dije son muchas, solo deseo mencionar una, muy clara, y que fue escrita 600 años antes que el protagonista de esta historia, Jesucristo, viniera a la tierra. La encontramos en Isaias 53

“Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca”

Sin duda, el profeta Isaías, estaba haciendo mención a Jesucristo. Pero no fue en el Antiguo sino en el Nuevo Testamento, donde encontramos el plan del Dios de los cristianos para la salvación de los seres humanos.

Hay una referencia muy importante que deseo destacar para tratar de entender esta historia de amor. Encontramos en el evangelio de Juan, cap 1, una descripción de los hechos que lo dicen todo.

“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido echo, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y versículos más adelante dice: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”

Isaías, 600 años antes, y Juan en estos párrafos que leímos del Nuevo Testamento, están refiriéndose ambos a la misma persona, a Jesucristo. Este hecho, donde ¡Dios se hizo hombre! y que los cristianos creemos por FE lo llamamos encarnación.

Más adelante, el mismo Juan, en los últimos capítulos de su evangelio, relata, como también lo hacen los otros evangelistas, lo que fue la terrible pasión, muerte y posterior e increíble resurrección de Jesucristo, que es precisamente lo que los cristianos recordamos en la Pascua. Jesús, Dios mismo, ocupando nuestro lugar en la cruz, ha sido y aun lo es, la bisagra de la historia de la humanidad.

La declaración de amor más clara de Dios hacia su criatura, el ser humano, la encontramos en Juan 3:16 cuando nos dice: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna"

Quizás es la primera vez que estás leyendo esta historia bajo esta perspectiva, te adelanto que es solo el principio, porque en este punto entramos en escena vos y yo, los nuevos protagonistas de la misma.

¿Qué dice la Biblia del hombre, de vos y de mí? Te recuerdo que me remitiré exclusivamente a lo que dice La Biblia, si hay algo de lo escrito en La Palabra que no te resulte agradable, los reclamos deberán hacerlo al autor de La Biblia, no a mí.

En la carta de Pablo a los Romanos cap.3 dice: “Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”. No es un párrafo perdido entre muchos, por el contrario, es una afirmación que vemos a través de todo el Nuevo Testamento. Sugiero lo corrobores en tu propia Biblia. La cuestión parece ser muy clara, para el Dios de los cristianos, no hay diferencias, todos somos iguales, todos hemos pecado, y todos estamos destituidos de su gloria. Y todos es todos. No hay excepciones, ni privilegios, ni títulos de nobleza que nos diferencien. Hasta aquí, la noticia no es buena.

¿Qué podemos hacer entonces? La segunda noticia tampoco es buena. Nada, es la respuesta. En Efesios, también el apóstol Pablo no dice lo siguiente: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”

No necesita traducción, pero permítanme aclararlo. Somos salvos por medio de la FE, solo por la FE. “NO POR OBRAS”. Ser “buenos, ayudar a los pobres, no matar, realizar cualquier esfuerzo físico como acto de adoración, puede ser muy loable pero no nos reconcilia con Dios. Es duro decirlo, pero no suma, por el contrario afirma La Biblia, resta. Parece entonces que tenemos ahora otro problema, somos pecadores y nada es lo que podamos hacer para reconciliarnos con Dios, para ser admitidos por ÉL y ser salvos.

Para colmo debemos sumar un nuevo problema. Pablo nos asegura en Romanos cap.6 lo siguiente. “Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” He aquí dos noticias en una. La primera desearíamos no escucharla, nos dice que la paga de nuestro pecado es la muerte, es estar alejado para siempre de Dios. La segunda nos abre la puerta de una esperanza eterna en Jesucristo.

Para concluir, dado que no quiero ser extenso, les propongo que reflexionemos acerca de lo escrito hasta ahora.

Estamos nada más y nada menos frente al plan de Dios para nuestra salvación eterna y podríamos simplificarlo de la siguiente manera de acuerdo al relato bíblico que leímos.

- Todos somos pecadores, por lo tanto, todos estamos destituidos de la gloria de Dios. No importa quien usted es ni el tamaño de su pecado.

- No hay obra, ni tarea, ni sacrificio, ni nada que podamos hacer que arregle por si solo nuestro problema con Dios.

- La paga de nuestro pecado, sea cual fuere y la importancia que tenga, es la muerte, es estar alejado de Dios para siempre.

- Jesucristo, Dios mismo, vino a la tierra para reconciliarnos con Dios. Padeció, murió y resucitó. Ocupó nuestro lugar en la cruz y no hace acepción de personas, murió por todos los seres humanos.

- Hay una sola llave que abre la puerta de nuestra salvación, esa llave que destraba nuestra relación con Dios la llamamos FE, FE en creer en Jesucristo como nuestro salvador personal. Romanos Cap 5 no asegura que "Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo"

No es fácil describir la FE, porque es intangible, no puede verse, no puede tocarse, pero trataré de hacerlo.

Cierta vez un joven escalando una montaña de noche tuvo un serio inconveniente. Imposibilitado de ver con claridad donde pisaba, tropezó, y quedo colgando de su soga de seguridad. Suspendido en el medio de la nada y con la lógica actitud de cualquiera de nosotros en las mismas circunstancias, acudió a Dios y le dijo, ¡Señor ayúdame! ¿Qué hago? exclamó, y Dios le contestó…corta la soga que te sostiene. El joven dudó ante semejante respuesta y una vez más acudió a Dios y repitió su ruego, Dios, ¡Ayúdame! Y una vez más escuchó una vos que le decía…corta la soga que te sostiene. De hecho, este joven, no hiso caso de la vos que le indicaba que cortara la soga y no la cortó. Al otro día, encontraron a este joven, muerto, congelado, colgando de su soga de seguridad a 20 cm del suelo.

Hoy te propongo que cortes tu soga de seguridad que no te sostiene de nada y que te aferres por FE a la seguridad de la vida eterna que tenemos en Cristo. Puede ser fácil hacerlo o quizás no, pero será sin duda un milagro. Te recuerdo que para Dios no hay imposibles.

Preste atención en esto: “todos los seres humanos de una u otra manera buscan a Dios, por el contrario, el Dios de los cristianos vino a la tierra, a buscarnos a nosotros y hoy te está buscando a vos”

A mis seres queridos, mis amigos de la vida, mis clientes que tanto aprecio, a los que no conozco, los desafío a que corten la soga, si aún no lo hicieron. Los quiero ver en el CIELO

Juan Alberto Soraire

Un cristiano del montón.