La burocracia espiritual
Algunos podrán cuestionarme el motivo por el cual abordo estos temas, pero lo que nunca podrán reprocharme, es la razón por lo cual lo hago.
No importa a que iglesia cristiana asisto, lo cierto es que soy un cristiano más, un cristiano del montón, que está preocupado y ocupado en transmitir las verdades bíblicas… con una sola condición, siempre con La Biblia en la mano.
Mis opiniones, podrán ser muy interesantes, pero a nadie deberían importarles, soy un ser humano, que puede equivocarse, y aquí es cuando la pelota queda de tu lado.
Te invito entonces, a que analicemos juntos el asunto que hoy te propongo, “la burocracia espiritual” en el cristianismo.
La burocracia, sería el conjunto de normas que establecen el orden racional dentro de cualquier organización, hecho que nos permite optimizar la ejecución de tareas y procedimientos.
En su justa medida, la burocracia, no tiene nada de malo en sí misma, por el contrario, es necesaria en cualquier organización humana que se aprecie de tal.
La iglesia cristiana primitiva no fue la excepción a la regla y debió aplicar reglas burocráticas en su organización. Aún hoy debe hacerlo, con una sola premisa, no distorsionar ni romper ningún principio bíblico.
El Nuevo Testamento, describe con lujo de detalles las primeras reglas de organización y funcionamiento de la incipiente iglesia, donde los primeros fieles, con los apóstoles a la cabeza, se organizaron de acuerdo las eventuales necesidades de la comunidad y de la época, sumada a la capacidad personal de los nuevos creyentes.
Las diferencias que pudiera haber habido entre ellos, me refiero a sus orígenes, su educación, su cultura, sus intereses, su situación social, su idioma, etc. fueron salvadas, sin más inconvenientes que los que pueda tener cualquier organización donde los seres humanos formen parte.
Hasta aquí nada de novedoso, bienvenida la burocracia.
Pero el diablo no duerme.
El problema surgió con el pasar de los años, cuando algunos líderes, doctos ellos, con la excusa de la falta de educación de la plebe, y auto proclamándose únicos intérpretes de las verdades bíblicas, burocratizaron, la vida espiritual de los feligreses.
¿De qué manera lo hicieron?
Ellos, instituyeron normas, reglamentaciones, procedimientos, formalidades y obligaciones puntuales, que los creyentes debían cumplir para acercarse a Dios. El objetivo evidente de estas medidas fue controlarlos y fiscalizarlos. Legalismo con todas las letras.
Como si esto no fuera suficiente, estos eventuales líderes, se proclamaron, además, como únicos e infalibles intérpretes de las escrituras bíblicas, para luego declarar, que el estar en contra de ellas, era estar en pecado, hecho que aun hoy sucede en muchas denominaciones cristianas.
Se establecieron entonces, normas de Fe, normas de conducta, prácticas de culto, prácticas disciplinarias, ritos litúrgicos y se sumaron nuevas doctrinas, todas ellas obras de la imaginación humana, e inexistentes en La Biblia.
De esta manera, el protagonista de la salvación del hombre, Jesucristo, Dios mismo, pasó a un segundo plano, y el camino de la salvación, se transformó en un laberinto insondable de reglamentaciones administrativas.
Pero el asunto no terminó ahí, faltaba algo. La imaginación del hombre para complicar las cosas es increíble.
La burocracia espiritual creada hasta ese momento para acercarse a Dios, carecía de algo importante, carecía de los gestores, los intercesores e intermediarios que realizarían el trabajo por nosotros.
Fue así como surgieron de la nada, infinidad de agentes mediadores, que serían los responsables de gestionar y resolver tus problemas frente a Dios mismo, de manera tal de apaciguar su enojo contigo y negociar, no sabemos cómo, tu situación procesal, por decirlo de alguna manera.
Ahora bien, dejando de lado la película que acabamos de describir, y acudiendo a nuestro cerebro, la pregunta que deberíamos hacernos es la siguiente:
¿En qué parte de La Biblia sugiere, siquiera, que algún ser creado puede interceder o intervenir, para mejorar o cambiar nuestra relación con Dios, o para resolver algún problema puntual de la vida diaria que estemos viviendo?
Las escrituras bíblicas, en solo 25 palabras, nos aclaran el tema:
“Hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo Hombre, que se entregó a sí mismo para rescatar a todos” 1ª Timoteo 2:5-6
Versículo extraído de La Biblia, versión católica, “El libro del Pueblo de Dios”, Ediciones Paulinas.
Te pregunto:
¿Qué mandato extraño estás cumpliendo para lograr el beneplácito de Dios?
¿En manos de que gestor trucho, que no te escucha y mucho menos va a resolver tus problemas, pusiste tu alma?
Mi sugerencia: ¡No pierdas más el tiempo! ¡Deja la burocracia espiritual y los intermediarios de lado! ¡No te olvides que tu vida eterna está en juego!
PD: lee nuevamente el versículo de 1ªTimoteo Cap. 2, y luego contéstame sinceramente: ¿Cuál es la parte que no se entiende?
Juan Alberto Soraire
Un cristiano del montón