“La prosperidad” y “La sanidad del cuerpo”

Los falsos profetas y sus doctrinas mentirosas

Se denominan doctrinas al conjunto de ideas, enseñanzas y principios básicos defendidos por un movimiento religiosos, político o ideológico.

No me resulta fácil abordar este tema, porque mientras yo afirmo que el falso profeta generador de falsas doctrinas sos vos, vos aseguras que el falso profeta soy yo. Hasta aquí todo bien, y no pasa de ser una discusión acerca de un color, entre dos daltónicos.

Pero la cosa no termina aquí, porque resulta que a nadie debería importarle lo que pensamos vos y yo, por más “autoridad espiritual” que pretendamos tener, por la sencilla razón de que ambos, somos dos seres humanos, creados, finitos, con mil limitaciones y además con prejuicios.

Hace algunos años atrás, estábamos con mi esposa recorriendo la hermosa provincia de Salta. Nos trasladábamos a través de los valles calchaquíes en una pequeña camioneta, mientras el guía muy amablemente nos indicaba detalles de lo que veíamos a nuestro alrededor. En un determinado momento, al pasar por las ruinas de un templo antiguo, el guía hiso referencia a la religión de sus antiguos habitantes. De comedido nomás, no tuve mejor idea que mencionar en vos alta “un templo pagano”. ¡Pagano para usted! Me dijo uno de mis eventuales acompañantes…y tenía razón. Todo depende del punto de donde se lo mire. Pedí las disculpas del caso.

En el caso particular de los cristianos, cuando necesitamos determinar cuáles son esos principios, a los cuales denominamos doctrinas, y que fueron determinados por el mismo Dios, debemos acudir a las escrituras bíblicas, no tenemos otra alternativa.

Precisamente uno de estos principios, nos revela claramente que no hay ninguna otra fuente de información primaria para los cristianos que no sea La Biblia. Si no estamos de acuerdo con este mandato, estamos liberados para cambiar de religión.

Cuando se pretendió incorporar al cristianismo doctrinas fundamentadas en otras fuentes, escritas u orales, o cuando algún ser humano, pretendiendo ser el intérprete predestinado, se metió o lo metieron, entre Dios y nosotros, siempre terminamos chocando.

Los falsos profetas y sus falsas doctrinas en el cristianismo no son exclusivos de los tiempos modernos.

Leemos en Mateo 24:11 “Y muchos falsos profetas se levantarán y engañarán a muchos”

Estos farsantes, en sus versiones varones y féminas, para mimetizarse con los cristianos, suelen auto definirse como apóstoles, obispos, evangelistas, maestros, profetas, ministros, curas, sacerdotes, pastores y otros, y como buenos embaucadores, necesitan inspirar confianza, por lo tanto, adoptan además, actitudes de aparente piedad e interés por nosotros y ciertas veces, también por nuestros bolsillos.

La Biblia los describe claramente

Mateo 7:15-16 “… guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, más por dentro son lobos rapaces.

2ª Corintios 11:13 “Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, transfigurándose en apóstoles de Cristo”

2ª Timoteo 2:18: “… se desviaron de la verdad, … y trastornan la fe de algunos”

La tarea de estos obreros fraudulentos, es engañar a la feligresía “trastornando, perturbando, alterando y cambiando, la Fe de algunos”, alejándolos de la verdadera doctrina.

La base bíblica de estas falacias transformadas en doctrina es siempre endeble y el éxito de estos mentirosos empedernidos está fundamentado lamentablemente, en el desconocimiento de las escrituras por parte de los propios cristianos. Ciegos que guían a ciegos.

Muchas de estas doctrinas son el resultado de retorcer versículos bíblicos como si fueran un trapo mojado, para que afirmen lo que yo ya creo de antemano, o que reafirmen lo que me conviene.

Algunas de ellas se plasman en libros, que pretenden tener la misma autoridad que La Biblia y otras se esconden bajo el manto generalmente indocumentado y oscuro de la tradición.

Para dejar claro a lo que me refiero, mencionaré tres de estas falsas doctrinas como ejemplo. Hay muchas más.

El Purgatorio es una de estas clásicas doctrinas falsas, del cual ya nos hemos ocupado en algún posteo anterior. Sugiero lo lean si aun no lo han hecho.

“La prosperidad” y “la sanidad del cuerpo físico” son las otras dos falsas doctrinas a las que hoy quiero referirme.

Convengamos que “Prosperidad” y “Sanidad para todos”, son dos slogans con los cuales llenamos cualquier templo. Especular con la necesidad de la gente es absolutamente reprochable e incalificable. Sorteando un televisor cada domingo sumaríamos aun más gente en nuestro templo.

La realidad es que ninguno de estos dos asuntos, tienen un fundamento bíblico. No hay ningún versículo en la Biblia que asegure que por ser cristiano tengo asegurado el bienestar económico o la sanidad del cuerpo.

Desde hace más de 2000 años, miles de cristianos se enferman, sufren y mueren como cualquier otro mortal. Miles de cristianos diariamente son perseguidos y maltratados. Otro tanto no tienen siquiera un trabajo digno. ¿De qué prosperidad o sanidad me hablan?

Cada día que pasa, los cristianos que ponemos en manos de Dios nuestra vida, podemos dar Fe de sanidades milagrosas y de trabajo digno, pero de ahí, a que resolveremos nuestros problemas de salud, dinero y amor mágicamente, por asistir a algún templo, hay sencillamente una eternidad.

Pero hay aún algo más importante y categórico que La Biblia tiene para decirnos al respecto y que parecen pasar por alto los doctores de la ley que sobredimensionan la prosperidad y la sanidad física, “Cristo no murió en la cruz para que nosotros la pasemos lindo en la tierra, Cristo dio su vida en la cruz, para saldar nuestra deuda personal con Dios y de esta manera lograr la vida eterna”. Ser sanos o prósperos no nos garantiza la vida eterna.

Y otro pequeño detalle. En Lucas 15: 7 leemos que hay gloria en los cielos cuando los pecadores se arrepienten, no cuando la pasan lindo en la tierra.

Los falsos profetas y sus falsas doctrinas son un cáncer que va carcomiendo al creyente hasta destruir su verdadera Fe, y es esta la razón por la cual resulta necesario reconocer quienes son estas personas y cuáles son sus falsas doctrinas, y exponerlos.

Pero la responsabilidad no es solo de ellos, la responsabilidad es también nuestra. De ellos, de los falsos profetas, se encargará Dios, pero de nosotros y de nuestra actitud frente a esta situación, nosotros somos los responsables directos y es por eso, que no te podes lavar las manos y hacerte el distraído mirando para otro lado.

¿Qué le vas a decir a Dios cuando te encuentres frente a Él? ¿Qué estabas en otro ascensor y por eso no te enteraste?

Juan Alberto Soraire / Un cristiano del montón