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La VIDA ETERNA

Convengamos que la gran mayoría de nosotros no tiene la menor idea de lo que realmente significa la Vida Eterna. Es un concepto que supera nuestra imaginación, nuestra capacidad de comprensión y nuestro entendimiento. Cómo, dónde, con quien, ¿para siempre?, etc. No nos entra en la cabeza.

A algunos no les preocupa en lo más mínimo, viven el día a día sin detenerse a pensar en lo que hay más allá. A otros, la sola idea los inquieta, les provoca temor e incertidumbre, y no faltan, los que les da esperanza de algo mejor.

En lo personal, probablemente porque tengo la seguridad de la Vida Eterna, el tema no me desvela, aunque reconozco que no deja de ser intrigante.

Si observamos con atención, descubriremos que prácticamente todas las creencias, religiones y culturas, desde los tiempos más remotos, han hecho alguna referencia a la vida después de la muerte, a una existencia que trascendería lo terrenal.

Es como si la humanidad, a través de todos los tiempos, llevara impresa una percepción, una esperanza, o se hayan puesto de acuerdo, en que la vida no termina con la muerte.

¿Es la Vida Eterna un anhelo profundamente humano pero inalcanzable, o, como algunos sostienen, no es más que una ilusión?

Desconozco cuáles son tus creencias. En que dios o dioses crees y confías, o si, eventualmente, no crees en nada. De hecho, eres libre de creer lo que te plazca, y al igual que a todos los mortales, te tocan las generales de la ley, “eres responsable de tus decisiones”, y las respetamos.

Lo cierto es, que cada ser humano posee la total y absoluta libertad para decidir en qué creer, en quien confiar, a quien adorar y cómo vivir su espiritualidad. La libertad de conciencia es un don proporcionado por su creador.

Ahora bien, para los creyentes y curiosos que estén interesados en el tema, les hago la siguiente pregunta: ¿Qué debería hacer para lograr la Vida Eterna?

Ante esta intrigante pregunta, los tres grandes credos monoteístas, de origen abrahámico, judaísmo, islamismo y cristianismo, si bien coinciden en buscar una vida en comunión con Dios, ofrecen respuestas diferentes.

El judaísmo afirma: “Vive en obediencia a Dios, cumple los mandamientos, y lleva una vida justa y piadosa.” Para el judaísmo, la Vida Eterna no se “gana” ni se considera un “premio”, sino que es el resultado natural de una vida fiel a Dios. Se valora el arrepentimiento, el estudio de la Torá, la oración y las buenas obras. La base de sus creencias está en el Antiguo Testamento, en la propia Biblia.

El islamismo te dirá: “Ten fe en Alá, obedece sus mandamientos y vive conforme al islam.” El Corán enseña que quienes creen en Alá y hacen el bien, heredarán el Paraíso, es decir, la Vida Eterna. Se enfatiza en la profesión de fe, la oración, la limosna, el ayuno en Ramadán y la peregrinación a La Meca. Cada persona será juzgada por sus acciones en el Día del Juicio.

“Y aquellos que creen y hacen buenas obras, ellos serán los compañeros del Paraíso, en él morarán eternamente.” Corán 2:82

Por su parte el cristianismo sostiene: “La Vida Eterna es un regalo de Dios, recibido por gracia, mediante la fe en Jesucristo.”

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, sino que tenga Vida Eterna.” Juan 3:16

Para el cristianismo, la Vida Eterna no se alcanza por méritos propios, ni por buenas obras, sino por creer que Cristo murió en la cruz en nuestro lugar y aceptar esa salvación por fe.

“Por gracia son salvos, por medio de la fe; y esto no viene de ustedes, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se enaltezca.” Efesios 2:8-9

Las buenas obras, aunque son muy importantes, no son el camino a la salvación, sino el fruto de una vida transformada por Cristo”.

Las doctrinas cristianas se encuentran en el Nuevo Testamento de La Biblia, de hecho, sin él, no existiría el cristianismo.

Ahora bien, respetando los dogmas de cada credo, te propongo que reflexionemos el asunto entre cristianos. Los interesados en el tema pueden escucharnos.

El día que te encuentres ante la presencia de Dios, porque todo llega, y Él te pregunte: “¿Por qué te tengo que dejar entrar al Cielo?” ¿Cuál sería tu respuesta?

Tilda la que te identificaría…

1. Porque cumplí con los mandamientos.

2. Porque fui justo y piadoso.

3. Porque hice muchas buenas obras.

4. Porque creo haber vivido correctamente.

5. Porque soy una buena persona.

6. Porque creo por fe, que Cristo murió en la cruz, en mi lugar.

Si tu respuesta está entre las primeras cinco, estarías contestando lo mismo que responderían los otros credos mencionados: tu entrada al cielo, dependería de tus méritos personales.

Solo la sexta respuesta te identificaría como cristiano.

Jesús habló de la vida eterna. No la presentó como un misterio inalcanzable, sino como el resultado de una relación personal con Dios, con Él mismo.

Esa relación comienza cuando le damos un lugar en nuestras vidas, cuando lo invitamos a ser parte de nuestro día a día. Este es precisamente, el inicio de la Vida Eterna que no tendrá fin.

Podes empezar a vivirla en este instante, solo debes aceptar la siguiente invitación, hecha por Jesús mismo:

“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.” Apocalipsis 3:20

¡Espero verte en el Cielo!

Juan Alberto Soraire

Un cristiano del montón