Las tradiciones y La Biblia 1

Debe haber pocas cosas más importantes y trascendentes para los pueblos, que su patrimonio cultural. De hecho, formamos parte de grupos sociales identificados con tradiciones que nos han legado nuestros antepasados, algunos lejanos y otros no tanto, aun sin proponérselo.

Las tradiciones son un conjunto de creencias y experiencias humanas, escritas en ningún lado, que se heredan y transfieren de una generación a otra, y que de tanto repetirse terminan convirtiéndose en parte de la identidad de los pueblos, y que nadie cuestiona.

Esta forma de comportamiento particular permite a las diferentes comunidades, distinguirse y diferenciarse de otras.

La tradición incluye aspectos como el lenguaje, la cocina, el arte, la tecnología, hábitos, mitos, danzas, fiestas, pautas de convivencia, e inclusive modelos religiosos.

El cristianismo, a través de sus más de 2000 años de vida no escapó de la regla, años suficientes para que naciera y se desarrollara en él su propia y bienvenida tradición, particularmente de valores, que marcaron la civilización para siempre.

Amar a Dios y al prójimo como a ti mismo, fue una de las banderas que lo diferenciaron del resto de las religiones.

Mucha agua pasó debajo del puente en 20 siglos. Fueron perseguidos, maltratados e inclusive asesinados miles de cristianos, por defender sus creencias.

Durante más de 15 siglos, probablemente hasta el invento de la imprenta, el acceso a la lectura y la educación fueron limitados para todos, particularmente para la plebe, por lo tanto, también lo fue el acceso al contenido bíblico.

Oportunos líderes, doctos y eruditos de la época, se hicieron cargo de la situación e hicieron lo que estaba a su alcance para guiar a los fieles a través de la sana doctrina, tropezando con las eventuales limitaciones de la época.

Sin duda no fue fácil, porque la falta de acceso directo a las escrituras y “el contexto pagano”, permitió que las desviaciones doctrinales fueran inevitables e incontrolables.

Esta situación, obligó a los responsables espirituales a poner las cosas dentro de cierto orden, y fue así que nacieron reglamentaciones que intentaron ordenar el caos reinante.

A medida que el tiempo fue transcurriendo, estas reglamentaciones fueron tomando fuerza propia, para transformarse de a poco en un conjunto de dogmas y doctrinas que más tarde fueron dados como verdades absolutas, que no podían ponerse en duda.

De esta manera, se definieron y regularon las prácticas litúrgicas, asuntos morales, disciplinarios, pastorales, herejías, y muchos otros.

La gran mayoría de estas reglamentaciones no figuraban en La Biblia, pero fueron considerados con la misma autoridad y son las que hoy conocemos como “las tradiciones del cristianismo”.

Podemos mencionar entre ellas: el bautismo de niños, la primera comunión, la confirmación, el agua bendita, las imágenes, las estampitas, los santos, la cuaresma, la penitencia, la extremaunción, la confesión, dar a los niños nombres bíblicos, el purgatorio, el catecismo, la obligación de la misa dominical, el celibato obligatorio de los sacerdotes, el rosario, la veneración de María, la veneración de reliquias, el Papa, su palabra infalible, y muchas otras, las cuales son consideradas como verdades divinas.

En la actualidad, al igual que en los primeros tiempos del cristianismo, tradiciones de origen pagano, como es el caso en Argentina de “El Gauchito Gil” (seguidor de San La Muerte) y “La difunta correa”, por solo nombra dos de ellas, han penetrado en parte del cristianismo, confundiendo a sus fieles, y de los cuales nunca escuchamos la condena del clero religioso.

El tema es delicado, pero con callarme nada gano. No es mi intención molestar a nadie, solo pretendo poner los puntos sobre las íes, blanco sobre negro, para lo cual me siento absolutamente libre.

“Si ustedes permanecen fieles a mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos: conocerán la verdad y la verdad los hará libres” Juan 8:31-38

Mi fuente de información es La Biblia y si te hago pensar, estoy hecho.

Personalmente, estimo que las pruebas de la invalidez de las “tradiciones del cristianismo” están a la vista:

1-Algunas de ellas han tenido que ser modificadas a través del tiempo, por su indiscutible falta de veracidad.

2-Otras, perdieron su vigencia, se han convertido en anacrónicas.

3-A una gran mayoría de ellas, los fieles las desconocen, no las tienen en cuenta, no les interesa, y mucho menos las cumplen, incluidos los propios líderes.

Para concluir les propongo preguntarle al propio Jesus que opina de las tradiciones.

Era común en esos tiempos que los fariseos y escribas se acercaran a Jesus para interrogarlo, pretendiendo hacerlo caer en alguna trampa semántica y así acusarlo delante de los propios judíos.

Estos personajes, observaban escrupulosamente las tradiciones religiosas de sus antepasados, dándoles la misma importancia que la Ley de Dios, hecho que Cristo les cuestionaba.

En una ocasión, discutían con Jesus precisamente acerca de las tradiciones, Jesus los acusó formalmente y les preguntó ¿Por qué ustedes por cumplir su tradición no cumplen la ley de Dios? Mateo 15:3

Y versículos más adelante Jesus les dice:

“¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías cuando dijo:

Este pueblo me honra con los labios,

pero su corazón está lejos de mí.

En vano me rinden culto:

las doctrinas que enseñan

no son sino preceptos humanos”

Mateo 15:7-9

A buen entendedor pocas palabras.

Nota: Los versículos mencionados fueron extraídos de La Biblia de origen católico “El libro del Pueblo de Dios”

Juan Alberto Soraire / Un cristiano del montón