Add your promotional text...

Los “nons” en el protestantismo

Se trata de congregaciones cristianas de origen protestante (evangélicas) que no están afiliadas a una de las denominaciones tradicionales. Procuran ser independientes.

Para entender a lo que nos referimos, debemos ondar un poco en la historia de la formación y el origen de las diferentes denominaciones en el protestantismo.

Se trató de un fenómeno que se desarrolló a lo largo de siglos, y fueron el resultado de diferencias, teológicas, culturales y políticas, entre los diversos grupos de cristianos surgidos de la Reforma del siglo XVI.

Todo comenzó en el año 1517, cuando Martín Lutero, monje alemán y teólogo, publicó sus 95 tesis contra la venta de indulgencias y abusos, de la Iglesia Católica. Lutero no pretendía crear una nueva iglesia, sino reformar la existente.

Mientras Lutero impulsaba la reforma en Alemania, surgieron movimientos similares en otros países del centro y norte de Europa. Los más relevantes, durante el primer siglo, fueron el luteranismo, calvinismo, zwinglianismo, anabaptistas y anglicanos.

El proceso, se vio potenciado con la invención de la imprenta, hecho que permitió que más personas tuvieran acceso al contenido bíblico, lo que dio lugar al nacimiento de nuevos movimientos que se fueron sumando a los ya existentes.

Cinco fueron y aun hoy lo son, los pilares teológicos y espirituales, que dieron origen e identidad al protestantismo.

1 -La salvación no se gana ni se compra, es por la sola fe en Cristo.

2 -Es un regalo inmerecido de Dios, por gracia.

3 -Jesucristo es el único mediador entre Dios y los hombres.

4 -Solo a Dios pertenece la gloria.

5 -La Biblia es la única autoridad en materia de fe y práctica.

Debido a las distintas culturas, idiomas, regiones y la ausencia de una autoridad central, fue inevitable que no surgieran diferencias de segundo orden entre los involucrados. Algunas de ellas fueron: la organización, el gobierno, interpretación bíblica, las prácticas de cada grupo en particular, entre otras.

Las cuestiones de fondo, las relacionadas con el plan de Dios para la salvación del hombre, no estaban en discusión. Las diferencias surgieron esencialmente en cuestiones de segundo orden, cuestiones de forma.

Hubo también factores externos: guerras, persecuciones, migraciones, cambios sociales y políticos, que, sumado a la incipiente libertad religiosa, permitió a las diferentes comunidades organizarse según sus propias convicciones.

Con el paso de los siglos, y particularmente en las últimas décadas, surgieron en el movimiento cristiano evangélico, nuevas formas de organización eclesial, y estas son las llamadas iglesias no denominacionales o “nons”, que no son otra cosa que congregaciones independientes sin vínculo con las denominaciones tradicionales.

Lejos de ser un problema en sí mismo, el surgimiento de estas iglesias fue una consecuencia natural de diversos factores: la consolidación de la libertad religiosa, la diversidad cultural de sus miembros, el rechazo a estructuras jerárquicas rígidas y la búsqueda de mayor espontaneidad y libertad en la experiencia espiritual.

No podemos dejar de mencionar un hecho sociológico, que ha afectado a todas las sociedades, que fue la creciente desconfianza de las personas a las instituciones formales.

Lo cierto es que La Biblia no menciona las “denominaciones” tal como las entendemos hoy. Algunos pasajes bíblicos pueden orientarnos, aunque también permiten diferentes interpretaciones.

1 Corintios 1:10-13: Pablo reprende a los creyentes por dividirse en fracciones, lo que puede entenderse como un llamado a la unidad y una advertencia contra el sectarismo.

Hechos 17:11: Los hermanos son elogiados por examinar las Escrituras por sí mismos, hecho que promueve el estudio personal de las mismas.

1 Pedro 2:9: El apóstol reafirma el “sacerdocio de todos los creyentes”, señalando que cada cristiano tiene acceso directo a Dios sin necesidad de mediaciones institucionales.

Resulta interesante destacar que las iglesias “nons” comparten ciertas características particulares: un ambiente informal, música contemporánea, énfasis en la relación personal con Dios, un entorno más inclusivo, y un gobierno local autónomo, que les permitiría mayor libertad de decisión.

Debemos reconocer que la mencionada flexibilidad acarrea también, potenciales riesgos, ante una falta de supervisión bíblica y ética, adecuada.

Podemos mencionar entre otros:

Falta de rendición de cuentas. Al no contar con estructuras de control, pueden surgir abusos de autoridad o enseñanzas erróneas.

Inconsistencias doctrinales. Las doctrinas pueden variar entre congregaciones, lo que genera confusión entre los creyentes.

Formación teológica limitada. Muchos líderes de estas congregaciones carecen de preparación formal, hecho que puede afectar la profundidad y fidelidad bíblica.

Aislamiento. El no pertenecer a una estructura mayor, carecen de apoyo en tiempos de crisis o en el trabajo misionero.

Culto a la personalidad. El culto puede girar en torno a un líder carismático, más que a Cristo, con todos los peligros que eso implica.

No podemos negar que las iglesias “nons” representan un intento sincero de vivir una fe auténtica y libre de formalismos y que, en muchos casos, han sido herramientas efectivas para alcanzar personas que no se sentían cómodas en estructuras más tradicionales.

Sin embargo, la libertad espiritual no debe confundirse con independencia absoluta. El cuerpo de Cristo, la Iglesia, fue diseñado para vivir en comunidad, en mutua dependencia, edificándose unos a otros en amor y verdad tal cual lo propone el apóstol Pablo en Efesios 4:15-16

No es la estructura la que salva, sino la comunión real entre hermanos que comparten una misma fe, una misma salvación en Jesucristo, un mismo origen y un mismo destino eterno.

Y si hay algo que debemos tener en claro es lo siguiente:

Cuando nos encontremos ante la presencia de Dios, no nos preguntarán a que iglesia asistíamos, sino quién fue Cristo para nosotros”

Juan Alberto Soraire

Un cristiano del montón