Los verdaderos adoradores

Los cristianos, de todas las denominaciones, solemos llenarnos la boca con la palabra ADORAR, pero muy pocos conocen el verdadero sentido que la misma tiene.

En general, interpretamos que la adoración, es una demostración de reverencia y respeto hacia el Dios en quien creemos y adoramos, y la exteriorizamos de diferentes maneras, a las que llamamos “actos de devoción”, que no son otra cosa que rituales, matizados con tradiciones y costumbres.

Estas expresiones de adoración, son tan numerosas, como lo son de originales e insólitas.

El diccionario, afirma, que “adorar es la expresión de un sentimiento, mezcla de amor, admiración y reverencia hacia algo o alguien. Puede ser una persona, un objeto e inclusive una actividad”

Los cristianos entendemos que adorar, es expresar dichos sentimientos al Dios de La Biblia, nuestro creador.

La pregunta de un cristiano inquieto sería: ¿Qué opina Dios al respecto?

En principio, y aunque resulte provocador, la afirmación precedente a la pregunta, es solo una verdad a medias.

Son muchos los textos bíblicos que se refieren a la adoración.

En los tiempos del Antiguo Testamento, la adoración, estaba centralizada en el Templo, se manifestaba de muchas maneras. Oración, sacrificio de animales, ofrendas, alabanzas, cánticos, ritos, meditación, ayuno, fiestas y acción de gracias. Actos que eran considerados medios de expiación y reconciliación con Dios.

Aunque la gracia estaba presente, la observancia de la ley y las obras se destacaban como parte fundamental de la adoración y relación con Dios.

Llamativamente, escritores como Oseas y Samuel, se preguntaron si era correcto lo que estaban haciendo.

“¿Qué le agrada más a Dios, nuestros sacrificios y ofrendas, o que hagamos su voluntad?”

1ª Samuel 15:22

“… porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos”

Oseas 6:6-7

Fue el mismo Jesucristo, quien nos describe con sus propias palabras en el Nuevo Testamento, el verdadero significado de la adoración.

Leemos lo siguiente:

“… estando Cristo reunido con publicanos y pecadores, fue muy criticado por muchos, quienes afirmaban: ¿Qué hace éste, reunido con esa gentuza?

Mateo 9:10-13:

A lo que Cristo les contestó:

“Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Aprendan lo que significa misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento”

No fue esta la primera ni la última vez que Cristo hizo referencia al concepto "misericordia quiero no sacrificio".

Fiel a mi estilo, consciente de que puedo estar equivocado y fundamentándome en palabras de Jesucristo, les diré lo que pienso al respecto.

“…ha llegado la hora en que los verdaderos adoradores adorarán en espíritu y en verdad, porque también el Padre busca que tales adoradores le adoren…”

Juan 4:23-24

Sin duda, las diferentes expresiones corporales de adoración utilizadas por la mayoría de los creyentes, son valederas cuando se expresan de corazón, con sinceridad, reverencia, decentemente y con orden.

Ahora bien, pero si las evaluamos a la luz de los versículos que hemos aludido, podríamos convenir que no son todo lo que Dios espera de nosotros, porque de poco sirven, por no decir que no sirven para nada, excepto para tranquilizar nuestra conciencia, si quedan puertas adentro de los templos.

“Misericordia quiero, no sacrificio”

Misericordia, es la actitud, puesta en práctica, de compasión, solidaridad, altruismo y amor para con nuestro prójimo. Vale recordar que prójimo son todos, incluidos tus enemigos.

Misericordia es acordarte de los necesitados, de los indefensos, de los enfermos, de los que están solos, de los que están esperando tu visita.

Misericordia es acercarte aún, a quien rechaces, por la razón que fuere. No te olvides que podría ser un ángel.

Misericordia es llorar con quien llora y reír con quien ríe.

Misericordia es orar cada día, por los que necesitan de Dios, de tu Dios.

Misericordia es ser justo. Respetar a tus empleados, a tus colaboradores, a todos los que con vos se relacionen.

Misericordia es meterte la mano en el bolsillo cuando corresponda, para ayudar a quien corresponda.

Misericordia fue aquella que Dios tuvo con nosotros cuando en un acto de amor increíble murió en la cruz por vos y por mí, sin tener en cuenta nuestras faltas.

Pregunto entonces

¿De qué sirve asistir todos los domingos a la iglesia, participar durante horas de alabanza y adoración a través de cantos, oraciones, testimonios, sermones, ofrendas, para luego volver a tu casa, con la panza espiritual llena y el corazón contento, cuando cerca tuyo pueda haber alguien que pueda estar necesitado, sufriendo o llorando en soledad?

No te estoy diciendo que dejes de hacerlo, solo te pregunto ¿Para qué sirve? Te ahorro la respuesta: para nada, o para muy poco.

Soy de los que creo, que al templo solo debemos ir a cargar las baterias.

El laburo, para los creyentes, como diría mi abuela, está fuera del templo, en la calle.

A los templos solo debemos ir a prepararnos, que también es una forma de adorar, para luego salir a la calle a realizar nuestro trabajo, porque si aún no te diste cuenta, nuestro trabajo comienza en el momento que pisamos la vereda de nuestra iglesia.

Jesucristo prácticamente no pisaba los templos, su obra fue personal, cara a cara, con la gente y en la calle.

Para concluir deseo compartir una oportuna reflexión del pastor José Miguez Bonino

“El tema de conversación de Dios con el ser humano es el ser humano mismo, quien no se interesa en el ser humano, no tiene de que hablar con Dios”

No pierdas más el tiempo, cuando desees adorar a Dios, además de hacerlo en la iglesia, busca a alguien para expresarlo con acciones concretas, no con humo.

Juan Alberto Soraire

Un cristiano del montón

Les recuerdo que tengo a la venta mis dos libros, “Maldito Legalismo” y “La Biblia y el calefón”. Si les interesan no dejen de comunicarse conmigo.

Podrán ver de qué tratan, en la pestaña del BLOG, “Mis libros”