¡No… me… gusta… que me manipulen!

No es la primera vez que conversamos acerca de la manipulación dentro del cristianismo. Probablemente no sea la última. Me preocupa el tema.

El diccionario define a la manipulación como: “Manejo astuto y engañoso, especialmente en ventaja propia.”

En términos simples, podemos describir a la manipulación religiosa, como un fenómeno donde ciertos individuos, utilizan la religión, en este caso el cristianismo, como una herramienta para influir, controlar y utilizar personas, incluso, en beneficio propio.

Para ser justos, debemos admitir, que existen en el cristianismo, innumerable cantidad de líderes, a quienes Dios les ha dado la tarea de predicar el evangelio desde un púlpito, o desde un lugar de prominencia, que, para hacerlo, no necesitan utilizar el artilugio de la manipulación, como tampoco nunca lo hizo Cristo.

Pero seríamos ingenuos, si negáramos el hecho de que hay muchos otros personajes, por llamarlos de alguna manera, que independientemente del fin con que lo hagan, intentarán manipularnos, pretendiendo llevarnos de aquí para allá como ganado.

Los líderes religiosos a los cuales me refiero, sean estos, predicadores, pastores, sacerdotes, e inclusive miembros comunes de diferentes comunidades religiosas, poseen algunas características particulares que los identifican y que deseo recordarles, para evitar caer en la trampa.

Por suerte para nosotros, no suelen poseer todas estas peculiaridades, al mismo tiempo.

1- Pueden ser hombres o mujeres, y suelen presentarse como figuras carismáticas, las cuales poseen la particular habilidad de atraer, y luego mantener, la lealtad de sus seguidores. Utilizan su capacidad natural para ganar confianza y respeto. Se auto perciben como “elegidos”. La destreza que despliegan para manejar a las personas y a las masas, suele ser independiente de su propia capacidad intelectual.

2- Estas personas, manipulan las escrituras y textos bíblicos, de acuerdo a su propia conveniencia y prejuicios. Utilizan de sobre manera, versículos del Antiguo Testamento, a los cuales sacan de contexto para potenciar sus objetivos y justificar sus acciones.

3- Fomentan la dependencia espiritual y emocional de sus seguidores. El revelarse, puede traer a sus discípulos, consecuencias inesperadas.

4- Intentan aislar a sus seguidores de cualquier influencia externa, hecho que les garantiza su lealtad. Fomentan el miedo hacia el mundo exterior, el cual es “corrupto y maligno”.

5- No toleran el disenso, ni el cuestionamiento ni la crítica. Quien se atreva a hacerlo, será etiquetado automáticamente de hereje, pecador y enemigos de la fe.

6- Su posición de poder, les permite exigir como prueba de fe, donaciones y sacrificios económicos de todo tipo, incluido el trabajo gratuito.

7- Necesitan un enemigo externo. Generalmente es otra religión u otro grupo religioso, incluidos los de su misma fe. De esta manera desvían la atención de las críticas hacia ellos mismos. Este fenómeno es notorio en las redes.

8- Suelen presentarse como ejemplos de moralidad y rectitud. Imponen estrictas normas de conducta que ellos mismos no cumplen.

9- Para algunos de ellos, Cristo ocupa un lugar secundario en sus prédicas. La salvación del hombre, solo es posible siguiendo sus propias enseñanzas. Prometen recompensas espirituales que solo figuran en su imaginación.

Nota: La manipulación religiosa y el legalismo religioso suelen confundirse, pero son dos cosas completamente diferentes, solo comparten algunos aspectos.

Pero lo cierto es que la culpa no solo la tiene el chancho, sino también el que le da de comer, y es aquí donde vos y yo entramos en el juego.

No sé a vos, pero a mí, no me gusta que me manipulen y de ninguna manera acepto que pretendan manejarme como si fuera un auto, por más bien intencionado que parezca el “driver”.

Mucho menos lo acepto cuando se trata de cuestiones que ponen en juego mi relación personal con mi Dios y mi vida eterna. Cristo me hizo libre y punto.

No me gustan los intermediarios, mucho menos los gestores, sea que estén muertos sobre algún pedestal, o vivitos y coleando en los templos.

Me incomoda de sobre manera que me impongan lo que tengo que hacer, ni cuándo y cómo debo hacerlo.

Puedo escucharlos, puedo analizar lo que afirman, pero nunca los dejaré que decidan por mí. Serán bienvenidos en el camino que me toque recorrer, pero no los necesito, Dios me dio ojos, un cerebro y puso su Palabra, La Biblia, al alcance de mis manos para que decida por mi propia cuenta.

Ahora bien.

Existe para mí, una sola explicación por la cual estos líderes truchos y berretas tengan vigencia en el cristianismo, y ella es: “la falta de conocimiento bíblico por parte del pueblo cristiano”, donde vos y yo, probablemente estemos incluidos.

La gran mayoría de los cristianos no escudriñan La Biblia, no la conocen, no saben lo que ella afirma, ni lo que propone, ni lo que condena.

Leerla de vez en cuando, picotear algunos versículos o repetir como loros versículos de memoria no es escudriñarla.

Escudriñarla es estudiarla en forma ordenada y sistemática. Escudriñarla es analizarla, criticarla, investigarla, discutir con ella, cuestionarla, reconocer que hay cosas que no entendemos, y, sobre todo, es ponerla en práctica cada día.

Los cristianos católicos romanos no lo hacen, ni nunca lo hicieron, doy fe, y los cristianos evangélicos, por su parte, poco a poco, están dejando de hacerlo, de lo que también doy fe.

Para terminar, te confieso algo…tengo un poco de bronca.

Te dejo un versículo

“… ya no seamos niños indecisos, llevados de aquí para allá por cualquier viento de doctrina, por estratagema de hombres, que para engañar emplean con astucia las artimañas del error…” Efesios 3:14

El que tengas oídos para oír… que oiga

Juan Alberto Soraire / Un cristiano del montón