Un dios bobo

¡Qué miras bobo! Fue la expresión de Messi, dirigida hacia uno de los jugadores de Holanda en ocasión de uno de los partidos jugado por el mundial 2022, expresión que pasará sin dudas a la posteridad.

Sonó a mis oídos como una frase entre simpática y cándida. Se me ocurrió pensar que Maradona hubiera utilizado otro adjetivo calificativo… de marca nacional. Los argentinos saben a qué me refiero.

Según el diccionario, bobo, es una persona tonta, de muy corto entendimiento, extremadamente cándido e ingenuo.

Traigo a colación este ejemplo, porque hace mucho tiempo que tengo en mi mente la idea de que los cristianos, quiero pensar que, sin darnos cuenta, y mayormente por falta de información, estamos transmitiendo al mundo, la idea de que el Dios de la Biblia, el Dios de los cristianos, es precisamente un dios bobo, tonto, ingenuo y hasta en ciertos casos estúpido.

En el pasado, exactamente en la edad media (Siglos V al XV), época dominada por la ignorancia, la violencia y las enfermedades apocalípticas, se predicaba a un Dios bravío, intimidante y amenazador. Las imágenes pictóricas de aquellos tiempos lo certifican.

Pero la cosa no terminaba solo en las expresiones artísticas, porque los líderes cristianos de aquella época, limitados en sus conocimientos por las circunstancias particulares de la época, aportaban lo suyo.

Había que controlar al rebaño y probablemente la forma más exitosa para hacerlo era atemorizarlo, amenazándolo con un Dios hosco y perverso que los mandaría de cabeza al infierno al primero que se retobara.

De ninguna manera pretendo juzgar las acciones de mis antepasados, solo describo con mis propias palabras y estilo, los hechos, que por otra parte son historia.

No sabemos cuándo, pero la moneda un día se dio vuelta. De un Dios respetado y temido al extremo, hoy nos encontramos con un Dios transformado como por arte de magia, en una especie de mezcla entre payaso y marioneta, que triste nos mira desde una estampita y que parecería adecuar sus deseos y designios a los nuestros.

No es difícil comprobar lo que afirmo, basta con escuchar de la boca de los propios cristianos lo que de Él se dice todos los días a través de todos los medios de comunicación y redes sociales, mencionándolo con insolencia y sin ningún tipo de respeto.

Pero hay excepciones, y se producen cuando nos enfrentamos a la muerte. Es este el momento donde todo cambia. Del dios estúpido que nos mira con lástima, pasa a ser el Dios salvador a quien acudimos y rogamos. Los que alguna vez sufrimos alguna turbulencia importante en algún viaje en avión sabe de que hablo.

La explicación de semejante desbarajuste espiritual, tiene para mí, varias facetas.

- Una gran mayoría de los auto percibidos como cristianos, no tienen la más pálida idea del Dios de La Biblia. Es casi total el desconocimiento acerca de quién es y qué piensa el Dios que dicen adorar”.

- Lo anteriormente descripto, es consecuencia del desconocimiento casi total del contenido de las escrituras bíblicas. Escuchamos repetir como loros algunos versículos bíblicos sin escudriñar su contenido. Mayormente se toca de oído.

- Muchos de nosotros, “creemos que somos, lo que no somos”. Alguna vez lo he mencionado pero lo repito: “nacer en un garaje no nos transforma automáticamente en un auto”. Ser un mamífero parlante y ser cristiano, en Argentina, parecen ser sinónimos. La Biblia y el calefón.

- Finalmente, y como consecuencia de engañarnos a nosotros mismos, “hemos construido un dios que no casualmente, se ajusta a nuestra propia conveniencia”. Buenazo, zonzo, sin personalidad, ciego, sordo y mudo, y, además, como si todo esto fuera poco, un Dios que perdona todo. Buenudo diríamos en Argentina.

Nos guste o no nos guste, para resolver estas disyuntivas, los cristianos debemos acudir a La Biblia, de la misma manera que los musulmanes acuden al Corán, los judíos a la Tora y los mormones al Libro del Mormón. Somos libres para hacerlo.

¡Otra vez La Biblia! Seguramente dirá alguno de ustedes, ¡Sí, La Biblia! ¿O prefieren preguntar de estos asuntos al pastor, apóstol, obispo, sacerdote, o al santo de moda, corriendo el riesgo de que te mientan y manipulen?

Si hay una característica que describe al Dios de La Biblia, es su equilibrio y mesura, pero nunca, absolutamente nunca, lo hemos visto vacilar en sus decisiones.

Son su creación, sus actos, sus mandatos, descriptos perfectamente en las escrituras, una prueba de ello. Solo el amor inconmensurable por su creación preferida, el ser humano, lo ha llevado a modificar eventualmente algunas de sus decisiones.

No voy a cargar la ametralladora con versículos bíblicos para tirárselos por la cabeza, pero permítanme recordarles solo tres de ellos que resumirán en pocas palabras quien es el Dios de los cristianos.

Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su hijo unigénito, para que todo aquel que en él crea no se pierda más tenga vida eterna”

Número 14:18 “El Señor es tardo para la ira y grande en misericordia, que perdona la iniquidad y la rebelión, aunque de ningún modo tendrá por inocente al culpable”

El Dios creador del universo, la tierra y todo lo que sobre ella existe, se merece algo más que tratarlo como al papá Noel del subdesarrollo.

Este Dios, es tu creador y dio a su hijo Jesucristo para que ocupara tu lugar en la cruz. ¿Qué otro Dios hizo algo semejante?

Las escrituras nos aseguran que Dios es amor, pero también nos certifican que es justo, “no tendrá por inocente al culpable”.

Para terminar, tengo dos noticias, una mala y una buena.

La mala es que desde que naciste, el avión que te traslada se encuentra sobrellevando una turbulencia entre severa y extrema. Tené a mano el paracaídas.

La buena es que Dios te ama como un padre ama a su hijo.

Proverbios 3:12: “Porque el Señor al que ama castiga, como el padre al hijo a quien quiere”

Respétalo y no lo subestimes.

Juan Alberto Soraire / Un cristiano del montón