Una historia de amor

Permítanme contarles una asombrosa historia.

No es una historia más, porque además de ser auténtica e indudable, se trata de la más trascendental e importante jamás contada.

Lamentablemente, ha sido bastardeada y distorsionada a tal punto, de que muchos de nosotros, a pesar de que alguna vez la hemos escuchado, no tenemos bien en claro el real sentido de la misma.

Como la gran mayoría de las historias de amor, los protagonistas son dos.

En este caso en particular, uno de ellos es el Dios de La Biblia, y el otro, su criatura favorita, el hombre.

Cuenta esta historia, escrita a través de toda La Biblia, y que comienza en el libro de Génesis, que en el principio, Dios, creó el universo y sus estrellas, y creó la tierra y todo lo que hay sobre ella, plantas, animales, mares y peces.

Una vez culminada su obra, meditó acerca de ella y reparó que algo importante faltaba, propuso entonces, “hagamos al hombre”, y así lo hizo, a imagen de él mismo lo creó, varón y mujer.

Los bendijo y les dijo: multiplíquense, progresen, llenen la tierra. Todo lo que puse sobre ella es para ustedes, disfrútenlo y adminístrenlo sabiamente. Solo les pido que permanezcan cerca de mí y no se olviden nunca, quien soy yo para ustedes.

Cuenta además la historia, que luego de ver Dios lo que había hecho, reflexionó diciendo: “Me gusta lo que hice, es realmente bueno”

Pero, como sucede habitualmente con las historias de amor, el diablo metió la cola, y sucedió lo inesperado, uno de los protagonistas, no fue correspondido.

Porque resulta que la creación más preciada de Dios, en una actitud impensable de rebeldía y estimación desmedida, decidió independizarse, quiso ser absolutamente libre, quiso ser igual a su creador. ¡Yo puedo ser mi propio dios, se dijo a sí mismo, ya no lo necesito, puedo arreglármelas solo! …y así le fue.

Dios se enojó y molestó mucho por esta actitud del hombre, pero a pesar de ello, nunca dejó de amarlo, siempre tuvo compasión y misericordia de él.

Pero no todos los seres humanos que formaron parte de la creación, se revelaron. Muchos de ellos, supieron mantenerse bajo la dependencia de su creador, y Dios los amo y protegió de muchas y diferentes maneras a través de los tiempos, hasta hoy.

Hubo también, hombres y mujeres que procuraron con su propio esfuerzo, permanecer cerca de su Dios, pero la rebeldía que ya formaba parte de su génesis les impedía hacerlo naturalmente, hasta llegar al punto de ignorarlo.

Y no faltaron, los que además de desconocer y dar la espalda a su creador, le fueron infieles, acudiendo a otros dioses, creados por ellos mismos.

A pesar de la infidelidad de su criatura, y en un gesto de amor incomprensible, Dios, ideó un plan para su reconciliación, un plan donde él mismo sería el protagonista, dando su propia vida en sacrificio.

700 años antes que este plan se llevara finalmente cabo, el profeta Isaías, lo describió perfectamente en el capítulo 53 de su libro.

Nada mejor que sus propias palabras para referirse a él.

“Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.

Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.

Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.


Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.


Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca”

Isaías, relata en pocas palabras, la historia de la humanidad. El hombre y su rebeldía hacia su creador, y el posterior acto de amor de Dios a través de su hijo Jesucristo.

Probablemente te estés preguntando qué lugar ocupas vos en esta historia. Deberías reflexionar al respecto.

A propósito del tema que estamos analizando, voy a poner a tu consideración, un oportuno comentario del apóstol Pablo que complementa las palabras de Isaías, no lo hago para incomodarte, solo pretendo hacerte pensar.

En su carta a los Gálatas Cap.23, les dice lo siguiente: “… por cuanto todos pecaron, están destituidos de la gloria de Dios…” Vos y Yo incluidos, por supuesto.

Pero no debes preocuparte, solo debes ocuparte del asunto.

El plan ideado por nuestro Dios es perfecto, lo vemos desarrollado a través de todo el Nuevo Testamento y resumido en un solo versículo:

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, más tenga vida eterna” Juan 3:16

Me pregunto cómo va a terminar esta historia de amor en tu caso en particular. Está en tus manos modificar el final si hubiera que hacerlo.

Solo debes, tal cual lo menciona el versículo de Juan, creer.

Es una cuestión de solo Fe, si así no fuera ¿Para que murió Cristo en la cruz? Pensalo.

Te quiero ver en el Cielo

Juan Alberto Soraire

Un cristiano del montón.